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Una nueva era para España

Una nueva era para España

jueves 08 de julio de 2010, 18:46h
Es indudable que estamos ante una nueva era para España. Pero también para el resto del mundo y sobre todo para Europa. En el concierto mundial hay un país que esta haciendo trampa y nadie lo riñe. Se llama China. Y el modelo chino es un cuento chino. No juega las reglas de todos sino que se inventa las suyas y rompe todos los esquemas de la competencia y de la competitividad. Durante el mes siguiente a la caída de Lehman Brothers, considerado el momento del pistoletazo definitivo de la crisis, el Gobierno Chino envió al paro a 67 millones de trabajadores. Los metió con sus familias y sus enseres en trenes y autobuses y los envió a cultivar arroz en el campo. Así, de golpe, con el mas puro estilo esclavista pusieron fin a su reestructuración económica en 30 días. Y a vivir. ¿Y éste es el modelo de productividad que queremos imitar?

    Ante una situación como la actual solo tiene salida la situación económica si se aplican “planes Marshall”. Los recortes presupuestarios, el cumplimiento de las obligaciones crediticias de gobiernos bancos y empresas no se consiguen solo recortando gastos, sino aumentando ingresos, en definitiva haciendo funcionar la rueda continua de la economía. El problema es que hoy ese relanzamiento del consumo para generar riqueza tanto privada (compra de bienes) como publica (impuestos y tasas) solo lo pueden financiar quienes tienen financiación y que son fundamentalmente China, India y los países productores de petróleo del ámbito musulmán.

    En los años 70 ya vivimos una situación similar en occidente pero con otros actores. En aquel momento Japón y los países árabes productores de petróleo. Supuso la llegada de los petrodólares. En aquel momento esas reservas se invirtieron en occidente. El boom inmobiliario en el mundo anglosajón y también en Europa. Aunque relativamente poco importante en el conjunto de las inversiones inmobiliarias recordemos a titulo de ejemplo las famosas torres KIO (Kuwait Investments Office) de la Castellana. A titulo de ejemplo y a titulo de tomadura de pelo. Y así en NY, San Francisco, Londres, Paris, Milán, Frankfurt, etc. En pocos meses aquellas grandes inversiones se transformaron en edificios vacíos y operaciones financieras quebradas.

    Y hoy no podemos repetir esa tomadura de pelo porque tienen memoria y no se van a dejar y además en el caso de China tienen el poder de las manufacturas mundiales. Todo es “made in china”.

    En definitiva la globalización del comercio a quien ha beneficiado es a aquellos países con una estructura pre-feudal donde no existen derechos sino para unos pocos (los miembros del PCCH) Las grandes multinacionales occidentales del sector que sea tienen sus manufacturas en China o en países de su órbita y no en África, porque el PPCH puede garantizar la seguridad jurídica, económica y social. Obtienen un gran valor añadido  en base a sistemas de producción semi-esclavistas, parecidos a nuestras famosas colonias textiles de la cuenca del Llobregat y las grandes escuelas de negocios occidentales los han transformado en el paradigma de la eficiencia productiva. Así cualquiera.

    Nada más lejos de la realidad. Y ese es el paradigma que debe cambiar. ¿Por donde se rompe el equilibrio inestable existente? Por recuperar sistemas de producción adecuados en base a la distribución adecuada de la riqueza. Ese es el único horizonte posible.

    Y en este horizonte España, Europa el Mundo occidental y nuestra cultura judeo-cristiana-musulmana (monoteísta) que abarca 2/3 partes de la humanidad tiene que recuperar su liderazgo.

    La Ínsula Barataria que se halla ubicada en la Piel de Toro no puede hacer sus propios experimentos sino que tiene que mantener su gobierno (bueno o malo) a la par que los de aquellas ínsulas vecinas que nos rodean. Necesitaríamos nuestro Sancho Panza particular que tuviese fuelle para aguantar el gobierno, que tuviese imaginación parar crearnos ilusión, que se olvidase de echar broncas y que actuase cuerdamente con una buena dosis de locura (amor) hacia el conjunto de sus conciudadanos. Todos nos quieren llevar a la pobreza, pero a la pobreza de los otros. Nuestra estructura social y económica es tan fuerte como la de las otras ínsulas pero aquí continuamos viviendo en la ficción del milagro económico que nunca sucedió y en el que introdujimos elementos de destrucción masiva tanto económicos como sociales.

    Pongamos un ejemplo. La escuela. Salimos a bronca anual sobre los problemas educativos y cada pedazo que le añadimos a nuestro sistema educativo lo estropeamos un poco más. Nos dedicamos a descubrir, en casi todo, cada día el Mediterráneo que hace siglos que esta descubierto. Y llegamos a la conclusión de que necesitamos más escuelas. Mentira. Lo que no podemos mantener es una es una infraestructura escolar como la que tenemos y además vacía. Sí, vacía. Con el parque actual de escuelas es más que suficiente para acoger al conjunto de nuestra población en edad escolar tanto autóctonos como emigrantes. Pero en Europa las escuelas tienen 35 alumnos por aula, y nosotros 25 porque alguien se lo inventó. El actual parque escolar y número de maestros permitiría perfectamente dotar a nuestros alumnos de plazas escolares de calidad y de maestros de soporte para darles cumplido servicio. No estoy proponiendo una reducción del profesorado sino una asignación más adecuada de los mismos y una rebaja en las inversiones en infraestructura. La calidad de la enseñanza, que no de la educación que es otro tema, no sufriría ninguna merma. Porque naturalmente ello requeriría abandonar locas teorías que hace años que nos confunden sobre que la función de la escuela es educar. No, aquí y hoy en los países desarrollados e inteligentes la escuela enseña, y no educa. Educa la sociedad, educa la familia, y el entorno social. La escuela quita telarañas del cerebro de nuestros menores, les da nuevos instrumentos de comprensión del entorno de la realidad a nuestros alumnos, y en los ciclos superiores enseña técnicas diferentes para que puedan desarrollar potencialidades de cara al entorno social. La escuela da soporte a la educación para la convivencia, da instrumentos para conocer más allá de nuestro entorno inmediato, enseña reglas para la convivencia y la educación social más allá del círculo de protección familiar. Y la conclusión es que nuestro parque actual de escuelas en el mix conformado con la escuela publica y la escuela privada, teniendo en cuenta que esta representa en Catalunya el 60% y en la Comunidad de Madrid el 50% con el sistema de concertada, da suficiente cobertura y calidad a un sistema educativo sin necesidad de ampliación de las infraestructuras. Eso sin destruir puestos de trabajo en cuanto al profesorado que así podría dar el soporte necesario para las situaciones que lo requiriesen.

    Pongamos otro ejemplo paradigmático de los ahorros posibles en nuestro sistema. La energía es un problema hoy en día por los excesivos costes. Pero el gasto energético en nuestro país en dos elementos accesorios y prescindibles de nuestra convivencia es absolutamente inasumible para un país normal De hecho somos el único país de Europa occidental que se permite estos lujos sin ser capaces de evaluar los costes. El coste energético de instalación y de mantenimiento de nuestra red semafórica no solo en las grandes ciudades donde podría suprimirse en cerca de un 60%, sino en todo el conjunto de nuestros núcleos habitados es excesivo. Hace más de 60 años que los británicos en su pragmatismo eliminaron los semáforos de las pequeñas poblaciones a base de crear una cosa que se llamaba “round-about” y en castellano rotondas. En los 80 el Presidente Mitterand las instauró en Francia. El nivel de despilfarro en semáforos y en variantes que han hundido económicamente a cantidad de poblaciones medianas y pequeñas a lo largo y ancho de nuestra geografía es inmenso. Por poner un ejemplo. El eje del cauce del Llobregat. Se ha construido una magnífica autoría con variantes en cada población que ha trasladado la miseria a pequeños negocios como restauración, carnicerías, panadería, etc. El coste de esas variantes es bestial. Ningún país europeo tiene esas infraestructuras no solamente innecesarias sino además destructoras del tejido social y del paisaje. Pero lo peor no es la inversión en su construcción, sino el coste de mantenimiento absolutamente obsoleto y baladí para el desarrollo economicen el eje del Llobregat se basa en que los señoritos de “Can Fanga” (así llaman en la montaña catalana a los barceloneses) entre los que me cuento puedan ir a esquiar los fines de semana (entre los que no me cuento). O sea hemos incrementado los gastos corrientes con unas inversiones obsoletas e innecesarias y hemos matado la actividad económica de esas regiones a las que ahora intentamos compensar dándoles zonas de parques industriales para poner industrias que se ponen si las subvencionamos con dinero publico y que desaparecen antes los primeros aires de crisis económica.

    Pero al mismo tiempo hemos incrementado de manera exponencial el gasto energético basado en algo tan elemental y sencillo como el fútbol. No hay ayuntamiento que se precie que no tenga su campo de fútbol con iluminación nocturna. Su coste de instalación es horripilante para el beneficio social que va a producir. Y su coste de mantenimiento en la factura energética y en conservación se lleva la mayor parte del presupuesto de la mayoría de los 8.000 municipios existentes en España. En la crisis energética de los setenta sin hacer ninguna ley coercitiva los británicos decidieron que solo los partidos internacionales se jugarían en horario nocturno. El resto se juegan al mediodía con luz natural y las televisiones reciben sus ingresos sustanciosos sin que ese horario les produzca ninguna trauma ni psicológico ni económico. A la hora que aquí dan los partidos de fútbol con un coste energético equiparable a la factura de una ciudad de 50.000 habitantes al mes, ellos, las televisiones de esos países ricos y a la par inteligentes transmiten series y películas que no producen ningún coste económico. Cuando era pequeño en nuestros pueblos el entrenamiento de fútbol se hacia el sábado al mediodía y el partido se jugaba el domingo a la hora del vermouth. Tenían mas publico del que tienen actualmente y el bar del pueblo de forraba. Ahora, con el dinero público pagamos la electricidad, los niños si van a ver el partido no duermen y llegan somnolientos el lunes a la escuela y los bares de pueblo se quedan sin las ganancias del vermouth. Somos un país curioso.

    Hace unos meses le propuse al Presidente de un club de fútbol importante que dieses ejemplo diciendo que los partidos del Barça se jugarían excepto en los partidos de las competiciones europeas a las 4 de la tarde el domingo para dar ejemplo de ahorro energético y sensibilidad medioambiental. Me dijo que las televisiones no se lo permitirían. Se equivocaba. La próxima temporada más de un club de primera en nuestro país lo hará y además obtendrá más clientes directos en el campo y más compradores de sus partidos en pago. Pero en esto como en casi todo hay que imitar a los británicos y no hacer ninguna ley sino conseguir que unos pocos lo hagan para que los demás lo imiten.

    Porque este es otro de nuestros problemas. El Congreso de los diputados, los parlamentos autonómicos se miden por la cantidad de leyes que hacen. No. Se deberían evaluar por la cantidad de leyes que reducen.

    Otro ejemplo. Los famosos carriles bici. ¿Por que? ¿Necesitamos un carril bici para andar por nuestra ciudad? Y no digamos ya los semáforos para bici o las separaciones especiales. ¿Pero a quien se la ido el entendimiento? Cuando era pequeño recorría mí pueblo en bici por las calles no asfaltadas y cuando venia un peatón me desviaba a la izquierda o a la derecha y si lo hacia tarde pedía disculpas. ¿Pero como podemos convivir en una sociedad que si no esta marcado mi espacio para ir en bicicleta o andando, no puedo circular? Es que se molestan. Todos nos molestamos. Cuando estoy en la playa si alguien me pone cerca su toalla me molesta, pero es cuestión de moverla un poco a derecha o izquierda, y cuando voy en el autobús me tengo que mover para dejar pasar. Y no hay ninguna ley que lo diga sino que es cuestión de convivencia. Y eso no se enseña en la escuela se enseña en la familia y en el circular por la calle. Como ciclista he molestado más de una vez a algún conciudadano y como peatón me han molestado alguna vez. Una sonrisa y una disculpa han servido para zanjar el asunto.

    Recientemente estuve en Rótterdam en la estación de tren había miles de bicicletas, seguramente alguna decena de miles. No había aparcamiento especial. Quien llegada dejaba la bicicleta al lado de la siguiente, y al volver recogía la suya de donde la había dejado. ¿Qué supone todo eso en gasto de infraestructura y en gasto de mantenimiento?

Quiero vivir en un País normal, con unos costes normales. Quiero luz, pero me sobran semáforos. Quiero parques pero me sobran señales repetitivas. Calcúlese por ejemplo el número de señales en una autopista o autovía (mas en estas que en las anteriores) para señalizar la velocidad. Una curva mas pronunciada rebaja la velocidad en 10 kilometros. Una subida el 20 y una bajada en 30 y otra vez volver a empezar. Cuanto cuesta esa tontería de un técnico. Vean las autopistas europeas donde existe una señal al entrar una señal al salir y mientras usted esta dentro salvo urgencia motivada por excepcionalidad no hay que pone nada más.

    Y la riqueza que demostramos en el asfaltado de nuestras calles y avenidas. Ninguna ciudad francesa asfalta como nuestras ciudades. Ya sea Trujillo, Utrera, Madrid, Santiago o Barcelona. Pero pueden añadir ustedes las que quieran que todas sean iguales. ¿Y para que se inventaron los fabricantes de automóviles los amortiguadores? Botar un poco sirve justamente para correr menos, pero si tenemos las calles que parecen el circuito de Monza ¿como no vamos a correr?

    No sé como se encara esta nueva Era para España, pero sé que tendremos que plantearnos seriamente que no podemos vivir por encima de nuestra capacidad económica y tenemos que dejar de descubrir el mediterráneo. Los ejemplos aportados no pueden transformarse en categorías pero son realidades cotidianas costosas e inútiles que sirven para demostrar nuestra “modernidad”. Pero en el siglo XXI no hay que ser un país moderno sino un País educado tanto en los saberes como en los haceres.
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