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Sensación de “hora final”

Sensación de “hora final”

sábado 11 de septiembre de 2010, 16:36h
Hemos llegado al punto en el que probablemente Rodríguez Zapatero sea uno de los políticos menos populares del país, fuera del ámbito de su propio partido, a poco que se valore su abrasiva trayectoria en La Moncloa, con especial incompetencia en la crítica gestión de la economía, tan vital en tiempos de crisis. Su impopularidad se extiende ya  incluso a sectores del propio PSOE, partido en el que ostensiblemente crece la demanda de un relevo que llevase a La Moncloa alguien capaz de gestionar seriamente la presidencia del país, con visible preferencia de los militantes bien por el actual titular de Interior, el muy complejo pero sin duda también muy inteligente Alfredo Pérez Rubalcaba, bien por el gallego José Blanco, escaso de títulos académicos pero sobrado de inteligencia natural y de eso tan importante en política que es la capacidad de improvisación y maniobra. Están ahora mismo menos en candelero, cuidadosamente apartadas por ZP, las grandes cabezas del PSOE, como Josep Borrell, Joaquín Almunia y tantos otros de acreditada experiencia política y probado brillo intelectual. 

Hace pocos días que, en el ambiente distendido de una amplia reunión de amigos, casi todos ellos significados militantes y dirigentes del PSOE, un muy relevante miembro de la dirección socialista lamentaba irónicamente que nadie de la cúpula socialista fuera capaz de decir a ZP en el partido lo que Aznar espetó a Felipe González en el Congreso: algo así como un “¡váyase señor Rodríguez!” al estilo de aquel famoso “¡váyase, señor González!” que tan intensamente resonó en toda España desde el hemiciclo del Congreso de los Diputados. En privado, todos los dirigentes significativos del PSOE reconocen que se ha llegado al punto en que es ZP ó el PSOE, y que cada día que ZP sigue en La Moncloa es un empujoncito más hacia el descalabrado electoral del PSOE, pero ¿quién le pone el cascabel al gato con los muchos instrumentos de presión, amenaza y castigo que La Moncloa, esto es, el poder, da de sí?

La consecuencia de esta situación de esperar y ver es que toda la atención se ha centrado no en los Presupuestos Generales sino en el trámite parlamentario de los Presupuestos Generales para 2011, ya que, conforme a los usos parlamentarios, si el Gobierno no consiguiera la aprobación de los Presupuestos, el presidente vendría obligado a dimitir y convocar elecciones generales anticipadas. Sin embargo, en La Moncloa ha decrecido el nerviosismo de pocos meses atrás, ya que dan por seguros, además de los votos del PSOE, ERC, BNG e IU, los dos votos del nacionalismo canario y por a punto de conseguirse los votos del nacionalismo vasco, en este último caso a cambio de la cabeza en bandeja de plata de alguien tan poco relevante como el inverosímil Patxi López. Otros experimentados observadores parlamentarios creen, en cambio, que algunos de esos votos presuntamente seguros podrían dar la sorpresa en el último minuto, y no es imposible, a estas alturas del procedimiento, que las habilidades de Alfredo Pérez Rubalcaba y de José Blanco consigan finalmente salvar el trámite parlamentario de los Presupuestos y con ello, la permanencia del actual Gobierno, aunque ello suponga el desastre, en la perspectiva de los intereses generales, de que ZP siga en La Moncloa, mientras su partido lo permita.
   
No deja de ser sorprendente el que, en un ambiente de tan generalizada y demostrada impopularidad de Rodríguez Zapatero –lo mismo entre las gentes de derechas que las de izquierdas, con una rara unanimidad sin precedentes desde el inicio de la transición– nadie tome en el PSOE la iniciativa de promover un relevo que el país necesita y la sociedad reclama. Pero así están las cosas, porque el poder, esto es, los resortes de La Moncloa, da mucho de sí, compra muchas voluntades y silencia muchas discrepancias.

¿O por el contrario hay ya alguien moviéndose para el relevo? Hay quienes naturalmente apuntan hacia Alfredo Pérez Rubalcaba, pero con el sorprendente añadido de un eventual acuerdo entre éste y el astuto hombre fuerte de Ferraz, el gallego José Blanco. Pese a que sus responsabilidades de Interior le tienen muy lejos del área económica, sucede que también para el eventual acuerdo con el PNV cara al trámite de los Presupuestos Generales para 2011, puede ser decisivo el conocimiento a fondo que Rubalcaba tiene de las muy complejas interioridades del nacionalismo vasco.

Pero también es preciso reconocer que, dentro del PSOE, empiezan a oírse, por ahora con muchas cautelas, voces de cierto relieve contra los raros movimientos del actual ministro de Interior en áreas completamente ajenas no sólo a sus competencias sino también a sus conocimientos, mientras elude, como si no fueran con él, temas que siendo estrictamente de su competencia ha sabido hábilmente transferir al inverosímil Moratinos, presunto y no demostrado ministro de Asuntos Exteriores, como la escandalosa negociación con los terroristas para la reciente liberación de los cooperantes catalanes, turbio asunto del que empiezan  a conocerse flecos y trasfondos intensamente polémicos y sobre el que han empezado a llegar muy serias quejas desde las principales cancillerías occidentales.

Y es que quizá algo puede haber de lo que decía indignado, días atrás, en Madrid y en una reunión de alto nivel económico e incluso político, un muy relevante e indignado empresario vasco, refiriéndose al actual Gobierno: “Se empieza negociando con ETA y se acaba negociando con cualquiera”. Pudiera ser, porque hace ya mucho que Rodríguez Zapatero y su Gobierno perdieron el pudor en temas esenciales para el país, y es natural que puedan ir a cualquier parte. Con grave coste para la dignidad de España, por supuesto.

Así que probablemente nos estamos acercando a un momento de “hora final”, esto es, un momento en el que la ciudadanía juzgará el uso que los políticos hacen de los votos recibidos y actuará en consecuencia. Esa apuntada capacidad de Rodríguez Zapatero para, una vez perdido el pudor político, ir a cualquier parte, se ha convertido paradójicamente en el mejor activo de la presidenta de la Comunidad de Madrid, la infatigable y muy popular Esperanza Aguirre, para revalidar cargo en las próximas elecciones autonómicas. Es un hecho, comprobado en las encuestas, que, si la impopularidad de Rodríguez Zapatero es alta y creciente en casi todo el país, alcanza niveles de auténtico clamor social en la Comunidad de Madrid. La asombrosa falta de respeto del presidente del Gobierno a los propios socialistas madrileños, imponiéndoles, contra Tomás Gómez, una candidata artificial por la única razón de la fuerza arbitraria del partido y de La Moncloa, unirá, a los muchísimos votos propios de Esperanza Aguirre, incuestionablemente muy mayoritarios en la Comunidad de Madrid,  el “voto contra” la imposición del político sin la menor duda más impopular en la Comunidad de Madrid, que es precisamente Rodríguez Zapatero.

No hace falta leer en las entrañas de las ocas para apostar, sin el menor riesgo, que Esperanza Aguirre repetirá mandato, con mayoría acrecentada, en la Comunidad de Madrid. La presidencia de Rodríguez Zapatero ha sido y sigue siendo un serio desastre para España, pero algún día, más temprano que tarde, se verá que también es un desastre para el PSOE. Tiempo al tiempo. Quizá sea por ello que cada vez más observadores opinan que ya han empezado, por instinto de supervivencia del partido, los movimientos para la sucesión dentro del propio PSOE. El actual inquilino de La Moncloa sabe que se juega todo en la votación de los Presupuestos Generales y pagará cualquier precio, absolutamente cualquier precio, por los votos que necesita. Los depositarios de esos votos deben ser conscientes de que la ciudadanía, más temprano que tarde, les juzgará por lo que hagan y les pasará factura.
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