www.diariocritico.com

Belén López comparte su experiencia

Los dos pasos que hay que dar en la vida

Los dos pasos que hay que dar en la vida

domingo 17 de octubre de 2010, 09:59h
La semana pasada tuve mi sexto ciclo de quimioterapia que consistió en un concentrado bien variadito compuesto mayoritariamente por ciclofosfamida que me sigue dejando el estómago y la moral por los suelos. Acudí a la oncóloga previamente para que me informara de mi estado general vía analíticas. Parece que estoy bien de todo aunque tengo las defensas un poco remolonas con lo que la vida me seguirá enseñando este mes que una “aguja-fóbica” como yo, es capaz de superar el reto de ponerse una inyección en la barriga a sí misma sin entrar en shock nervioso como siempre había pensado.
En mi lista de preguntas llevaba enfrentarme a la que me ronda a menudo en esta fase de tratamiento: ¿me harán mastectomía o sólo me extraerán al “inquilino” y alrededores?. Siempre he dado por más posible la segunda opción aunque cuando existen otras probabilidades, las dudas se siembran solas pero también se fertilizan  y crecen cuando te dan respuestas indefinidas como, ya os imagináis, fue el caso. Sí se contempló la posibilidad de que me extraigan, en la misma intervención, un mioma que invade mi útero hace tiempo y tengo hasta el mes de diciembre para decidir si, por el mismo precio, me sobra algo mas o me quiero cambiar un brazo por una pierna.

No vi la necesidad de confesar a la oncóloga mi reciente devoción a Jah Rastafari, por lo que me recetó también unas pastillitas para mejorar mi estómago tras el tratamiento que me fueron bastante bien.

Una vez finalizada la consulta pasamos al hospital de día y en una hora y media había terminado con mi tratamiento naranja que hace que durante 24 horas todos los líquidos que salen de mi cuerpo sean de ese color. Esto me ha llevado a recordar aquella maravillosa película de Berlanga, “Los jueves, milagro” y estoy considerando seriamente el rentabilizar la ocasión acudiendo a algún santuario a derramar lágrimas fosforescentes para ver si me creen “aparición”.

Hago un llamamiento para que nadie tenga en cuenta el comportamiento de una persona a lo largo de la semana siguiente a recibir quimioterapia, no me refiero a cosas que no molestan a nadie como que yo, vegetariana convencida desde hace casi diez años, decida freírme unas croquetas de jamón a las seis de la mañana, sino a las “salidas de tono”, a las no respuestas a llamadas, a los “plantones” cuando habíamos quedado o a las consecuencias generales de verlo todo bien negro. Yo intento no relacionarme mucho esos días pero a veces salpica y quiero que sepáis (esto va para Mónica, Maríán, Eli y Ana) que cada intento constante de hacerme llegar un cariño esos días malos se queda grabado a fuego en el corazón.

Como mis cercanos y cercanas ya saben, el viaje más impactante de mi vida fue a la India, no por el hecho de que me “secuestrara” un taxista raterillo que hizo que el trayecto del aeropuerto de Delhi  al hotel, dónde Sonia y Enma me esperaban, durara cinco horas, sino porque allí, todo lo que has aprendido en tu vida como válido para relacionarte en sociedad no sirve de nada y acabas vendiéndote a tu fortuna y dejando que te guíen los acontecimientos, que he de decir, si bien en principio siempre son caóticos, se suelen resolver por arte de magia. Y eso es lo que pasa también en estos casos, de repente un día te levantas y decides que quieres volverte a subir al tren de la gente que “hace vida normal” y te sientes animada, creativa y consciente hasta el mes que viene, o no.

He leído esta semana unas declaraciones de Mario Vargas Llosa que decían algo así como que “para un escritor no existen las malas experiencias”, así que voy a hacer gala de mi mini rol de articulista puntual e intentaré llevar esto, que empieza a cansarme, con más paciencia.

En cualquier caso, con el permiso del señor Vargas, yo no discriminaría al resto de la población en los beneficios de lo malo aunque podríamos traerlo ya aprendido de fábrica. Malgastamos demasiado tiempo en enterarnos de “los dos pasos que hay que dar en la vida”, frase genial de mi amiga Sonia, en cuya resolución hemos invertido muy buenos aunque aún no del todo concluyentes momentos. Se aceptan aportaciones.

Gracias una vez más a toda la gente que me lee y aquí estoy para lo que sea menester.

Lea las anteriores entradas de 'Mi cáncer de mama y yo'

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios