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Aquel bailarín compadrito

Aquel bailarín compadrito

miércoles 20 de octubre de 2010, 19:46h

El tango-danza nace como un baile de carácter esencialmente popular. En Buenos Aires, Montevideo y Rosario había un escenario esperando por el tango. En el inicio fue un baile y nada más. Luego con los años se convierte en un elaborado producto musical. El tango nace como danza por una suma de aportes. Después será: canción, orquesta y Carlos Gardel. Es bien sabido que delante de Gardel todos los rioplatenses sienten nostalgia. Nadie quiere bailar porque su voz es para meditar y saborear sin prisas un buen mate.

Parece claro que la música de los negros, su candombe, tuvo influencia en la danza que hoy es el tango. La coreografía con cortes y quebradas son "cosa de negros" porque salen del modo negro de bailar. El argentino Carlos Vega en oposición al uruguayo Vicente Rossi rechaza que haya aporte negro en el tango porque "con los últimos negros auténticos desaparecieron las danzas africanas, y los descendientes de éstos, puros o no, adoptaron las danzas y la música de los salones y la campaña de entonces". El musicólogo Cédar Viglietti dice que es una verdad a medias que puede valer para Buenos Aires donde no quedó memoria negra, pero en Montevideo quedó su instrumento principal: el tamboril y junto con él también su particular ritmo. Un ritmo que es obvio no fue tomado de la música de los salones ni de la música del campo.

La tesis de Ventura R. Lynch es de 1883 y fue seguida por muchos autores entre ellos por León Benarós quien subraya el importante papel del compadrito en el nacimiento del tango-danza.  Los compadritos fueron unos verdaderos creadores ya que imitando los movimientos de los negros otorgan carnet de identidad a la milonga bailada, un hija legítima del candombe.  Por eso hay identificación en el origen entre milonga y tango. Cuando la milonga cantada toma una coreografía entonces se le llama tango.

Parece razonable imaginar a un compadrito cualquiera que desde la vereda mira pasar una comparsa de negros festejando el carnaval. Cuando el compadrito vuelve para el conventillo silba una milonga, pero va caminando y moviendo los pies como si fuese un negro candombero. Sin querer está incorporando una cultura africana a la suya europea. Es por medio de la fuerza rítmica de los tamboriles de África que entran en su cuerpo que nace un hijo llamado tango. Aquel compadrito no era otro que un hijo de la emigración.

Después de la entrada aluvional de inmigrantes del "malón blanco", como se le llamó entonces, aparecen otros bailarines. Son los compadritos, los hijos de los gaitas y de los tanos que se acriollan a presión. Han perdido el animoso, el desesperado coraje del gaucho desterrado en las orillas que se confirma en el drama simbólico del duelo criollo o en la sublimación del baile. Bailan el tango a la perfección, pero se consumen en el fuego de las figuras virtuosas. Los guapos de antes tenían al tango como tácito manifiesto, los compadritos lo manejan como un pregón, lo bailan con pericia propagandística a falta de otros méritos rituales.  Daniel Vidart
       
 
No es posible establecer la fecha exacta de cuando la milonga-baile, una improvisación o creación espontánea, adquirió la coreografía necesaria para pasar a ser un tango. Puede que sea alrededor de 1870 o 1880. En todo caso lo cierto es que la fecha debe ser anterior a 1883 cuando Ventura R. Lynch publica su libro en el que describe la burla del compadrito al negro.

Para León Benarós la creación fue obra de un bailarín solitario o compadrito que "inventa algo que no existía". En su opinión el tango comenzó siendo solamente un baile entre hombres porque sostiene que el tango es una "demostración de habilidad, de lucimiento. Aún después, cuando el tango conquiste a la mujer para la danza en sí, la ostentación de saber bailar, el respeto casi litúrgico por aquello que se va haciendo, sin otra intención, sin lubricidad alguna".

No están de acuerdo ni Assunçao ni Vidart porque sostienen que el tango, como antes la milonga, siempre se bailó en pareja y cuando bailaban dos hombres juntos era para aprender pasos difíciles, es decir, por razones pedagógicas.

Manuel Suárez Suárez
En aquella esquina montevideana.

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