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Rubalcaba ¡nada menos!

Rubalcaba ¡nada menos!

sábado 23 de octubre de 2010, 16:37h
El retorno de Alfredo Pérez Rubalcaba a posiciones de poder real ha agitado a fondo las aguas de la vida política española. Ha sido todo un vendaval, casi un huracán, de entusiasmo y recuperación de esperanzas perdidas entre los suyos, y de indignación y estado de máxima alerta entre los adversarios. El político frío, extraordinariamente hábil, inteligentemente retorcido, que viene del famoso y tantas veces citado “clan de Majadahonda” –la emblemática ciudad del noroeste madrileño, en los años recientes espléndido feudo del PP, pero en la que pudieran saltar pronto a la opinión pública temas por lo menos inquietantes para el gran partido de la oposición– tiene ahora por delante, y con tiempo reducido, una tarea de proporciones titánicas, que consiste en recuperar y optimizar las posibilidades electorales socialistas, lo que significa no tanto que los electores socialistas vuelvan a confiar en Rodríguez Zapatero como que vuelven a la fidelidad al partido.

Para decirlo como estos días se escucha en los ambientes del propio partido, los que piensan –y es posible que no se equivoquen– que el PSOE es mucho más y en gran medida distinto que Rodríguez Zapatero, creen que, si ya es demasiado tarde para frenar la deriva de la economía española hacia el choque brutal con el iceberg de la peor crisis económica de los últimos cien años, todavía se podría evitar que ese choque signifique el definitivo naufragio político y electoral del PSOE. Visible como es la dramática impopularidad de Rodríguez Zapatero, seguramente sin precedentes desde el inicio de la transición, ese núcleo histórico del partido al que pertenece Pérez Rubalcaba cree  que el PSOE no tendría por qué acompañar a Rodríguez Zapatero en el naufragio.

Con perplejidad de los círculos económicos y empresariales, en materia de política económica el actual PP parece secuestrado por un raro núcleo de socialdemócratas vergonzantes, más lejos de los planteamientos liberales incluso que algunos círculos económicos del entorno socialista. Por ellos circula la extravagante idea de que el poder llegará como fruta madura, sencillamente por el desmoronamiento interno del propio Rodríguez Zapatero, con olvido de que, por muy letal que efectivamente sea para los suyos el ya definitivamente extraviado leonés, la fruta madura puede no caer del árbol si la opinión pública no llega a cobrar conciencia de la existencia real de un programa serio, bien estructurado y bien explicado, necesariamente distinto, diferente y alternativo al que está llevando sin remedio la economía española no a las turbulencias periféricas, en las que llevamos tiempo, sino por directo al terrible núcleo del huracán de la crisis económica global.

¿A qué se espera, en el raro ensimismamiento del partido que tiene la responsabilidad de ofrecer a la sociedad española una alternativa de política económica creíble, moderna, liberalizadora de las fuerzas reales de la sociedad y de la economía de nuestro país? ¿A qué se espera en la madrileña calle de Génova para convocar a las muy solventes minorías nacionalistas, no sólo a los catalanes de CiU-UDC, políticos serios y fiables del reconocido nivel de Durán i Lleida y de Artur Mas, sino también al sensato PNV de Imaz y Urkullu, y desde luego también a los representantes de las minorías nacionalistas periféricas, como el izquierdista BNG de Galicia o la en términos de doctrina y programa poco intervencionista CC de Canarias, y pactar con todos ellos un sólido programa económico alternativo que ofrecer al conjunto del país para afrontar la crisis, controlarla y revertirla en tiempo razonable?

En términos de votos y de representación parlamentaria nadie puede sustituir al PP en esa convocatoria, que es ya probablemente la opción necesaria  ante la opinión pública, lo que agudiza la responsabilidad del partido que tiene el mandato mayoritario de la oposición. ¿O es que alguien cree que, asustados por la deriva terrible de la economía, los dirigentes de las minorías van a ir en peregrinación a la madrileña calle de Génova a pedir a los líderes del PP que de una vez asuman la responsabilidad que les corresponde? De ninguna manera, porque la iniciativa corresponde a quien debe tomarla, y si no lo hace, será inevitable que esos dirigentes, por sentido de la responsabilidad con sus propios territorios, peregrinen a La Moncloa, en vez de a la calle Génova.

Así están las cosas, mal con indicios de ir a peor. Pero no debiera el PP minusvalorar lo que significa el regreso de Pérez Rubalcaba al primer plano de la vida política. El astuto político que fue capaz de convertir el desconcierto del gobierno Aznar ante el atentado terrorista de Atocha en un veredicto social de culpabilidad que arrojó literalmente al PP extramuros de La Moncloa, puede ser muy capaz ahora de presentar la pasividad del PP, a la hora de presentar y concertar alternativas contra la crisis económica, como una falta de colaboración para la lucha contra la crisis. Y no es sólo, con ser lo más importante, la economía. Alguna vez alguien deberá pedir muy seriamente explicaciones sobre la rara política exterior de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, en manos del inverosímil Moratinos, tan inclinado a los diálogos estériles con lo peor de cada casa, o de cada país. Y pedir esas explicaciones ya, ahora, antes de que Pérez Rubalcaba devuelva las cosas a espacios sensatos y borre las huellas infamantes de estos últimos años.
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