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A las puertas de la TV digital

A las puertas de la TV digital

lunes 28 de mayo de 2007, 04:21h
Si no fuera por la embarrada con el Transantiago, ya sabríamos qué norma técnica nos regirá para nuestra futura próxima TV digital. Pero el nuevo ministro de Transportes y Telecomunicaciones está muy ocupado deshaciendo o componiendo ese entuerto para preocuparse de definir, junto con la Presidenta de la República, cuál adoptaremos como país, lo que debió haber sucedido en el primer trimestre de este año.  Parto diciendo que yo deseo que sea la DVB-T o norma europea, y a continuación explico por qué.

Hice mi elección tras asistir a varios seminarios sobre el tema que desde el año pasado vienen convocando el Observatorio de Medios FUCATEL, el Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas y el Instituto de la Comunicación y la Imagen de la Universidad de Chile. Porque la difusión de este importante debate público en los medios de comunicación, como era dable esperar en un sistema de prensa concentrado en manos de grandes empresarios, no se ha dado con la imparcialidad y pedagogía necesaria para que todos podamos entrar en el debate.

Pero ¿por qué debiéramos preocuparnos los ciudadanos chilenos por una nueva forma de ver la televisión en nuestro país? ¿No tenemos suficiente con los cinco canales nacionales abiertos que existen actualmente?

Precisamente ese el quid del asunto: no. No estamos satisfechos. En especial, los chilenos de las ahora 14 regiones del país que no incluyen la Metropolitana, cansados de ver abrumadoramente los problemas del Transantiago en los noticieros “nacionales” y que sus problemas diarios, con las informaciones u opiniones que pudieran dar sus autoridades, nunca aparecen en sus pantallas.

En la encuesta realizada hace menos de dos años por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) el 59 por ciento de los encuestados se manifestó insatisfecho con la televisión abierta (la que no es de pago). Y ellos representan a los dos tercios de los millones de televidentes que existe en el país, actividad a la que dedican dos, cuatro o muchas más horas diarias  (en muchos hogares, la televisión está encendida en forma permanente). El 87 por ciento consideró negativo que aparezcan sólo noticias de hechos ocurridos en la capital.

También queremos conocer pronto la nueva norma porque hay 120 canales operando a través del cable actualmente en comunas y regiones del país y por lo tanto, sin que la gran masa de televidentes, los ciudadanos chilenos todos, podamos conocer su propuesta y elegirlos o desecharlos. Sí: es también y esencialmente, un tema de libertad de elegir lo que queremos ver. De democratizar un poco más nuestro sistema de comunicaciones.

Cuando aparece en las conversaciones el asunto de la TV digital, las pocas veces que ello ocurre, la mayoría guarda silencio. Es un tema para técnicos, piensan. Pero este error ocurre porque no ha sido difundido por los medios o ha sido mal tratado, con el sesgo evidente de quienes no quieren perder su negocio.

Los actuales propietarios de los cinco canales nacionales, agrupados en ANATEL, ya tomaron partido por un modelo de TV digital que estiman les favorece y no les interesa abrir más el debate. A esto, justamente, debemos oponernos. Este es un tema ciudadano y, por lo tanto, nos incumbe a todos y todos debiéramos opinar antes de que la Presidenta Bachelet tome la decisión, pues a ella le compete por ley definir esta materia. Y como ella acostumbra primero a escuchar a la gente, ya estamos atrasados con nuestra opinión.

VENTAJAS DE LA TVD

¿Por qué debemos cambiar a la TV digital? ¿Sólo porque la mayoría de los países del primer mundo ya lo han hecho?

La explicación es simple: actualmente tenemos una TV analógica que al usar únicamente una banda del espectro radioeléctrico (la VHF) permite sólo la aparición de siete canales de televisión. En cambio, cuando tengamos la TV digital usaremos otras bandas, otros caminos, que se abrirán al funcionamiento de unos 30 canales y con una mayor calidad en imagen y sonido. Esto permitirá también que haya canales regionales y locales (para las más de 300 comunas) que puedan producir sus propios programas y en ellos, expresar sus problemas y mostrar su cultura, incluyendo por ejemplo a los grupos étnicos que predominan en ellas. Es decir, podríamos conocer la cultura mapuche, la atacameña, la aymara, la rapa nui, presentada por ellos mismos. Así como la visión de otros grupos de nuestra sociedad que tienen propuestas para el país, como los ecologistas, las mujeres, los jóvenes, los trabajadores, las comunas, los ciudadanos.

Y en materia informativa, los chilenos de regiones podrían contar con sus propios noticieros – como los que existen ya en algunos espacios pioneros en TVN – con una valoración informativa diferente.

Además, la TV digital, a diferencia de la analógica actual, permite la convergencia tecnológica, es decir, la interactividad con otros aparatos como el teléfono móvil, el computador y similares que existen actualmente o puedan crearse en el futuro.

ESTÁNDARES EN DISCUSIÓN

Si se escoge la norma adecuada, la TV digital facilitará el florecimiento de la TV regional y local, y una presentación de la diversidad cultural del país, en lugar de estar reproduciendo como ahora ocurre, formatos de TV de países del primer mundo, bien o mal adaptados al nuestro, que no reflejan o más bien esconden nuestra identidad nacional.

Las normas que están en discusión en este momento en las esferas gubernamentales y de empresarios y técnicos privados, son: la ATSC, norteamericana, que ha sido adoptada en cinco países y que carece de movilidad para multicasting y servicios interactivos, pues ocupa todo el ancho de la banda, con lo cual no podría haber más canales que los existentes. La DVB-T o norma europea, que ha sido elegida por más de 100 países y que sí tiene movilidad para estos efectos. Y la norma japonesa ISDB-T, también con esa movilidad, pero que ha sido adoptada además de su país de origen, sólo por Brasil, que la adaptó, y la anda ofreciendo por América Latina. El objetivo es conseguir una operación más económica en cuanto equipamiento, tanto para los emisores como para los receptores. La idea es que el televidente no tenga que gastar mucho en su nuevo equipo y la manera es comprar sólo un decodificador para adaptar a su antiguo televisor.

Los criterios que se manejan en Chile a nivel de la SUBTEL (Subsecretaría de Telecomunicaciones) para ayudar a la Presidenta a tomar la decisión son: una TV digital abierta a todos (es decir, accesible desde el punto de vista económico); que mejore la calidad de la imagen y el sonido; que facilite una mayor diversidad programática; que permita el desarrollo de la TV local (comunas) y regional, así como un desarrollo tecnológico importante para el país.

Hay apuro internacional por tomar la decisión, pues los sistemas analógico y digital no pueden funcionar conjuntamente y habrá que enterrar el primero para siempre. El momento del “apagón analógico” Estados Unidos lo anuncia para el 2009, en tanto que la Unión Europea, para el 2012.

LEGISLACIÓN

Ciertamente, este importante cambio cultural que nos traerá la TVD implicará también cambios legislativos. Desde luego, a la Ley de Televisión de 1992 que creó nuestra televisión pública (Televisión Nacional de Chile), de modo de fortalecer los medios de comunicación locales y regionales.

Lo más discutido a nivel parlamentario será seguramente la forma de otorgamiento de las concesiones del espacio radioeléctrico. En la actualidad, las concesiones entregadas a los actuales principales emisores (canales 4, 5, 7, 9, 11 y 13) son por tiempo indefinido, como en tiempos de la dictadura, lo cual es injusto para los nuevos. El dueño del espacio radioeléctrico por el cual transmiten sus emisiones es el Estado chileno, pero sí poseen el derecho a transmitir a través de él en forma indefinida y seguramente les costará renunciar a este privilegio. Y ya dijimos: hay 120 canales locales y regionales operando a través de redes de cable que esperan un espacio abierto para que los puedan ver todos los chilenos.

En suma, se trata de abrir la difusión televisiva a nuevos emisores de otros sectores. Para ser un país democrático y que respeta la diversidad cultural, Chile necesita hacer un cambio trascendental en la comunicación televisiva y el momento de hacerlo es a propósito de la llegada inminente de la televisión digital. Se requiere incluir a todos sus ciudadanos, en un pluralismo distinto al político existente en el Congreso Nacional (con las carencias que hoy tiene debido al cinturón de hierro del sistema electoral), que se ha reproducido – a falta de otro modelo - en el directorio de Televisión Nacional. Se trata de hacer un esfuerzo mayor, al menos en el campo televisivo ahora que la oportunidad es propicia, para democratizar nuestras comunicaciones, escogiendo una norma que, como la DVB-T europea o la japonesa, nos permitirían abrir el espectro a propuestas de nuevos sectores de chilenos deseosos de tener voz en el espacio radioeléctrico para llegar a millones de hogares.

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Lidia Baltra
Periodista
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