www.diariocritico.com
Escritos en libertad: El poder, distante y frío

Escritos en libertad: El poder, distante y frío

martes 23 de noviembre de 2010, 15:59h
La preocupación por la crisis del carbón es materia que ocupa y preocupa en todos los ámbitos de la vida económica y social de León. No hay acto social en el que no sea materia de pronunciamiento político y, desde luego, asunto fundamental en la tertulia. En uno de esos actos, los comensales menos avezados en la materia escuchábamos con sumo interés a un alcalde de uno de los pueblos mineros más importante de la provincia, precedido por un historial denso y extenso en la defensa del carbón. Su visión retrospectiva de más de 20 años le hacía reconocer el gran fracaso colectivo en el objetivo planteado entonces de reindustrialización. Pero lo que es más grave, tampoco creía que las cosas se vayan a hacer mejor en esta especie de prórroga que nos anuncia el árbitro de Europa, no importa mucho si finalmente son cuatro años para la agonía o si logran otros cuatro años adicionales.

-¿Cómo es posible que en 20 años desde que se anunció la reconversión de las zonas mineras, con miles de millones disponibles y gastados, procedentes de las arcas europeas, de los presupuestos  nacionales y de la Comunidad Autónoma,  no haya sido posible crear las condiciones mínimas para cambiar el modelo productivo, el empleo?

Esta fue la pregunta puesta sobre la mesa y las respuestas desgranadas por unos y otros fueron las de siempre, tan reales como ya  tópicas. La falta de infraestructuras en materia de comunicaciones, dificultada por la orografía agreste de los municipios mineros y la ausencia de voluntad política por parte de quienes tenían la capacidad suficiente para inducir, y hasta de dirigir, el asentamiento de empresas. 

Y la madre de todas las ineficacias. Faltó también coordinación. De pronto todos los municipios mineros se lanzaron a gastar el dinero en proyectos improductivos, en muchas ocasiones generadores de mayor gasto, y como guinda a la ineficacia, el consabido polígono industrial. Ponga un polígono industrial en su pueblo, fue la máxima del momento. No había alcalde que se preciara en la década de los noventa que no parcelara unos metros de monte y colocara unas farolas para alumbrar la hierba y el matorral que poco a poco se iba  adueñando de la zona. Y ahí seguían las parcelas vacías, a la espera de unas inversiones que no llegaban y que, si pasaban por aquí, como se demostró posteriormente, obedecían en la mayoría de las ocasiones a  proyectos especulativos  o simplemente iniciativas auspiciadas por profesionales de la caza de subvenciones.

Fernando Aller. Periodista.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios