Firmeza y respeto con Marruecos

Trinidad Jiménez demostró tablas y oficio político al convocar a los medios de comunicación a las 8 y media de la mañana para dar la versión española a la nueva “crisis” con Marruecos. Y lo hizo a pesar de la afonía, de los “gallos” de su declaración y remarcó con mucha intensión un gesto serio y firme que combinaba la invitación al diálogo permanente con acuerdos en la multitud de intereses que tenemos en común los dos países pero con la advertencia firme de un recordatorio sobre la importancia de España para Marruecos. Una actitud que, a veces, se ha echado en falta en el gobierno español muy mediatizado ante los órdagos de Rabat. Hoy no. El Gobierno tiende la mano para dialogar pero exige comprensión y respeto a las normas internas y explica lo que significa una resolución parlamentaria; y, además, recuerda que quien defiende o puede dejar de hacerlo, el estatuto preferente de Marruecos con la Unión Europea es España.

Es cierta la tutela histórica de Francia que boicotea habitualmente cualquier mejora de las relaciones entre Madrid y Rabat, pero actualmente la dimensión de las relaciones comerciales, de las inversiones y de los intereses en seguridad, terrorismo e inmigración, entre otras, colocan a España en un papel destacado que no debe despreciarse, ni mucho menos vapulear por muy decisivo que sea el Sáhara para el rey Mohamed VI y el gobierno marroquí. Y uno de los caminos que podrían contribuir a mejorar las relaciones y entendernos un poco mejor sería que Marruecos permitiera libremente a la prensa española trabajar en El Aaiún. Otro camino importante sería que se recuperar el consenso entre el gobierno y el PP para fijar posiciones de Estado en las relaciones con el vecino del sur. Pero sobre todo, en Rabat, en los círculos reales hay que entender el funcionamiento de la democracia en España y la relevancia de los distintos poderes, así como en España tenemos que comprender el progreso y el desarrollo económico y social de Marruecos, así como sus pasos hacia la democracia que pasan por un papel extraordinario en la lucha contra el terrorismo en colaboración con España. Hay un gran asunto que es el Sáhara, es lo que los políticos tienen que abordar y darle una solución que bien podría ser la autonomía, pero hay que negociar detalles estratégicos para los dos países y, sobre todo, ganar a la opinión pública en la solución muy delicada de un conflicto que levanta muchas emociones.


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