Uno siempre se dedicó a escribir de los hechos cercanos, vividos piel con piel con los protagonistas, buenos, malos, delincuentes, policías…todo era blanco o negro, casi no había grises, ni siquiera matices en los colores vivos de los sucesos, ni en los negros de las togas en los juzgados, ni en los blancos de las puñetas de los jueces y fiscales.
Este oficio te va conduciendo por derroteros profesionales que te llevan a mirar con distancia los acontecimientos inmediatos. Ocurre con fenómenos como la delincuencia internacional, con el terrorismo, con asuntos de corrupción y más recientemente, aunque durante casi dos años, desarrollando análisis de conflictos mediante operativos complejos con personas trabajando sobre el terreno que ni entre ellos podían conocerse –solo por cuestiones de seguridad personal- para poder confluir en un ámbito multidisciplinar desde efectuar el análisis prospectivo más ponderado.
Lo que estamos viviendo en Murcia necesita ser observado desde una atalaya, basta subirse al monte de El Miravete, en Torreagüera, lugar del que tomamos el nombre de nuestro editorial para poder aplicar los filtros adecuados a nuestras lentes y ver lo que está pasando.
Los acontecimientos que comenzaron a producirse el mes de diciembre pasado es el punto de partida; ni qué decir que lo que nos llevó hasta la situación que estalló a finales de año fue una política económica por parte del Gobierno del Señor Valcárcel que puso toda la economía regional en manos de un urbanismo del que muchos anunciamos que terminaría por estallar (entonces nos llamaban enemigos de Murcia, antimurcianistas, o rojos o amarillos…cuando se ponían a desacreditar no tenían límites); fue la época en la que unos pocos periodistas nos dedicamos a investigar casos de supuesta corrupción en diferentes administraciones, en muchos casos con vinculaciones al asunto del ladrillo. Pese a todo, una sociedad ‘mansurrona y lanar’ renovó votos, porque se aplicó el aforismo de que ‘mientras rula no es chamba’; pero los datos iban poniendo de manifiesto que tanta corrupción, tanto disparate urbanístico, era pan para entonces y hambre para hoy. Todo se cumplió y aun así queda gente que dice que ‘con la corrupción se vivía mejor’; sin pararse a pensar que por culpa de aquella corrupción hoy, muchos proveedores están asfixiados por culpa de las mismas administraciones a las que señalábamos en nuestros reportajes, e incluso por la propia Comunidad Autónoma. Eran aquellos tiempos en que consejeros autónomos viajaban por New York en limusinas, en una falta de decoro político inadmisible, que no generó en Valcárcel ninguna reacción, más que alguna sonrisa –seguramente-en el consejo de Gobierno, hasta que se vieron publicadas en los papeles. Una Comunidad Autónoma cuyo principal dirigente es un señor tan regalado de sí mismo que cuando se dirigen críticas, por muy molestas que les resulten, confunde eso, que es el normal ejercicio en una democracia en un ataque a los murcianos. No, señor Valcárcel, criticar su política, aunque haya ganado unas elecciones, es el derecho que nos queda a los ciudadanos, a los sindicatos y no digamos a los partidos políticos. Lástima que el PSOE no haya tenido un secretario general potente, incapaz de vender un abrigo en el Polo Norte; menos mal que no se presenta como candidato. En su lugar Begoña García Retegui, seguramente menos simpática, en cambio es más trabajadora y está fajada en el trabajo político y sindical dando muestras de honradez y de ganas de transformar la realidad, otra cosa es que llegue a tiempo de poder alcanzar hasta el último ciudadano de esta Región.
Diciembre, descubrimos la triste realidad, Murcia se sale, por el margen prohibido, en cuanto a su déficit, y pese a ello, debido a una gestión caracterizada por el despilfarro y el descontrol, intentan hacer una operación de deuda que no le es permitida, como a Castilla-La Mancha. Y a Valcárcel y su gobierno, el mismo que se paseaba en limusinas, aprueban unos sucedáneos de presupuestos que luego alteran aprobando una Ley de Recortes, y las primeras medidas van contra los salarios, convenios sociales, jornadas laborales, etc… a los funcionarios y trabajadores regionales. Antes ya habían sufrido unos recortes por parte del Estado, y hubo una huelga general, pero los funcionarios de todo el país aceptaron el sacrificio. Pero ninguna comunidad autónoma se ha atrevido a hacer lo que ha hecho Valcárcel, volver a recortar el salario de los trabajadores, les ha quitado la carrera profesional, las ayudas sociales, todo lo pactado apenas unos meses antes. Dentro de la Ley van otros recortes orientados a eliminar el 70 porciento de fundaciones, empresas públicas y chiringuitos varios, donde están colocados, los que en una operación de maquillaje, supuestamente, Valcárcel había eliminado de entre los altos cargos. Valcárcel lleva engañándonos de forma descarada desde la anterior campaña electoral cuando en un debate televisado frente a Pedro Saura, cuando éste le acusó de que su familia estaba vinculada en varias empresas relacionadas con la cosa urbanística, él (Valcárcel) dijo que si lo probaba en ese momento abandonaba la candidatura, pero el ‘lelo’ de Pedro Saura, que tenía en su poder las notas registrales, en vez de sacarlas ante las cámaras, insistió en su acusación y punto. A los dos días tuvimos que verlas en un vídeo de youtube, al ritmo de la canción ‘mentira’.
Retomemos el asunto. Valcárcel en vez de recortar en los organismos artificiosos creados por la Comunidad –donde hay muchos pesebres de los que comen apesebrados- decidió meterle mano al bolsillo de los trabajadores, muchos de ellos mileuristas, y que lejos de merecer el desprecio de los ciudadanos, han de saber que esas personas han pasado una oposición, para la que se han preparado mucho tiempo, han estado de interinos y se han ganado el puesto conforme a la Ley.
Dice la Ley de los recortes que después de mayo (es decir, después de las elecciones) será cuando quiten los referidos pesebres hasta un máximo del 70 por ciento de los mismos. De esos recortes no concretan nada, mientras que a los trabajadores les han paralizado hasta sus planes de pensiones.
¿Qué son esos organismos?; les pondré un ejemplo, ¿Cómo se explica –pero de verdad, sin los rollos propios de políticos de medio- que existiendo una Consejería de Agua, Agricultura y Medio Ambiente; exista una fundación del Agua?...¿Para qué queremos una Consejería de Cultura rodeada de empresas públicas poco transparentes y con una gestión más que criticable?.
Y empezaron las manifestaciones de los trabajadores, primero dos mil, a los pocos días frente a la Asamblea Regional poco más de dos mil, a los que la Policía sacudió causando varios heridos.
Días después, nueva manifestación por la Gran Vía, con diez mil; luego otra con quince mil, veinte mil, treinta mil y así hasta la de ayer con unas sesenta mil personas, vestidas de luto, en silencio, con ataúdes y con velas.
¿Qué pasará cuando sean echados de la Comunidad más de mil quinientos empleados interinos entre sanidad y educación y los que puedan caer tras las elecciones del mes de mayo?, para cuando ganen las elecciones, el PP prepara por la vía de facto recortes que resultarán dolorosos para colectivos sociales, especialmente.
Por medio un suceso condenable, y lo condenamos: El consejero de Cultura, Pedro Alberto Cruz, sobrino –aunque diga lo contrario- de Ramón Luís Valcárcel. La segunda acepción de sobrino en la Real Academia de la Lengua es la siguiente:
La condenable agresión abrió la veda para que –
Evidentemente, los amigos del PP, intereconomía pueden mentir y manipular la televisión regional