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Por la boca muere el pez

Por la boca muere el pez

miércoles 26 de enero de 2011, 19:24h
Después de estar más de treinta años analizando la política andaluza en los medios de comunicación andaluces, uno llega a la conclusión de que la mala imagen que tienen de esta tierra más allá de Despeñaperros viene, además del nefasto tópico del "andaluz grasioso" y del falso estereotipo de la juerga, el olé y la indolencia, por la imagen que los políticos andaluces más relevantes dan de nuestra tierra. Lo he podido comprobar fehaciéntemente en la reciente Convención Nacional del PP, celebrada en Sevilla hace pocos días. Además de los tres mil cargos y simpatizantes que acudieron al Hotel Renacimiento, vino un buen número de periodistas de toda España, principalmente de Madrid, y, entre ellos, conocidas figuras de las tertulias radiofónicas y televisivas y columnistas de prestigio en medios de ámbito nacional.

Charlando con alguno de ellos (se dice el pecado pero no el pecador) pude comprobar que mientras Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Alberto Ruiz Gallardón, Maria Dolores de Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, Camps, Rita Barberá o cualquier otra figura de los populares, incluídos José María Aznar y Manuel Fraga, son considerados como políticos serios, no se tiene la misma percepción del lider del PP andaluz, Javier Arenas. Si le pides a cualquier "plumilla" de la capital de España que te defina con una palabra a Arenas, éste te  contestará que es "muy simpático" (que, efectivamente, lo es), olvidándose de cualquier otra cualidad de la que ha hecho gala durante sus más de treinta años de carrera. Casi nadie recuerda que Arenas ha sido uno de los mejores ministros de Trabajo de toda la etapa democrática, que logró sonados acuerdos con sindicatos y empresarios y rellenó la caja de las pensiones que el PSOE había dejado casi vacía en la etapa de Felipe González. Arenas supo entonces rodearse de un equipo de andaluces (Manuel Pimentel, Amalia Gómez, Ricardo Tarno, Juanjo Matarí) que realizó una espléndida labor al frente del Ministerio y sus diversos departamentos. El propio Rajoy así se lo ha reconocido y, en estos momentos, pocas cosas se mueven en Génova sin el conocimiento y la autorización de Arenas. De hecho, la Convención Nacional de Sevilla ha sido todo un espaldarazo a su labor en Andalucía en los últimos años recorriéndose miles de kilómetros y visitando todos y cada uno de los pueblos de la comunidad, desde Ayamonte a El Ejido y desde Tarifa a Santa Elena. Tendría, por lo tanto que esforzarse en combatir esa imagen de político poco serio que le cuelgan en Madrid e intentar relanzar la otra de competencia y efectividad que muchas veces ha demostrado a lo largo de su amplia trayectoria política.

Convendría tener todo esto en cuenta porque me da a mí que se va a hablar mucho de Javier Arenas en los próximos meses. Y si tal y como indican las encuestas, gana las elecciones autonómicas del 2012, es posible que también en los próximos años.Y, seguro, seguro, que el PSOE utilizará todos los medios a su alcance, incluídos los de comunicación, que no son pocos, para intentar desacreditar al lider de los populares andaluces. Eso parece que se da por descontado. Por ello convendría que mantuviera la calma y evitara entrar en polémicas estériles y en saduceas trampas políticas. Dice el dicho que "por la boca muere el pez" y hay que reconocer quehay veces que Arenas se excede en sus comentarios. Como hace Pepe Griñán con sus "griñaninis" (Susana Díaz y Mario Jiménez), en el PP andaluz debería ser el secretario general,  Antonio Sanz, quien llevara sobre sus espaldas el peso de los "marrones" y el enfrentamiento drecto con Mar Moreno y Rosa Torres. Arenas, ahora, tiene que centrarse sólo en acabar de rematar una faena que Zapatero los propios socialistas empezaron al sustituir a Manuel Chaves por Pepe Griñán al frente de la Junta y del partido. Lo demás vendrá por añadidura. La manzana comienza ya a estar más que madura.

P.D.-Espero haberle dado los suficientes argumentos a mi amigo Juan para que, como es habitual en él, pueda ponerme como los trapos y acusarme de estar buscándome el futuro con el PP. Siento decirle que, por desgracia y si Zapatero no lo alarga más, mi edad de jubilación está ya relativamente próxima y uno no está ya para iniciar nuevas aventuras.

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