ZP deja de ser el optimista antropológico de siempre: ve difícil la situación del empleo

Flanqueado a su izquierda por Marcelino Iglesias, secretario de Organización del PSOE, y José Antonio Alonso, portavoz parlamentario, y a su derecha por los vicepresidentes tercero, Manuel Chaves, y segundo, Elena Salgado, Rodríguez Zapatero ha consumido una hora para explicar al Grupo Parlamentario Socialista las reformas que el Gobierno pondrá en marcha en este año final de legislatura. Ni una palabra sobre la situación interna del partido, ni mucho menos sobre si tirará la toalla y delegará en un sucesor. Sólo les ha prometido ‘reformas, reformas, reformas’ por el bien de España y les ha pedido que “aunque sabemos que hay citas electorales, demos prioridad a los acuerdo” con otras fuerzas políticas, especialmente con el PP.

La esperada intervención de Zapatero ante sus diputados no ha contenido ningún elemento de sorpresa; más bien ha sido absolutamente lineal. Les ha comenzado diciendo que “ésta es una legislatura difícil, que forja en la tarea política”, con decisiones difíciles que no sería posible adoptar sin el apoyo de todos y cada uno de los diputados que componen el Grupo: “Mi agradecimiento es muy profundo y sincero… Vuestro comportamiento me llena de orgullo… Gracias, muchas gracias”.

Y tras las bendiciones iniciales, la obviedad: que la situación económica es difícil, que hay que sumar esfuerzos con comunidades autónomas y ayuntamientos para salir de la crisis, que hay que abordas cambios muy profundos en pensiones y en el mercado de trabajo, y, en definitiva, que hay que buscar el máximo de acuerdos políticos para que el ‘ambicioso’ plan económico del Gobierno reforme España por completo y la lleve a una perspectiva de estabilidad en el futuro, aunque manteniendo los avances sociales conseguidos, avances “que España no está dispuesta a renunciar”.

Zapatero ha hablado de esfuerzos y de sacrificios, les ha dicho que “la [mala] perspectiva de generar empleo no va a cambiar de la noche a la mañana”, sino que “iremos mejorando progresivamente”, y les ha exhortado a que busquen acuerdos políticos con todos (incluye al PP) porque, aunque el Gobierno tiene mucho poder, “si hiciéramos solos las reformas en el aire serían más débiles que si existe esa conciencia colectiva sobre los cambios que debemos hacer”. Unos cambios de los que habló grosso modo al final y que incluyen la reforma integral de las políticas de empleo (será aprobada este viernes por el Consejo de Ministros), reformas en política energética y empresarial, del sistema financiero para capitalizar bancos y cajas de ahorro, habrá una nueva ley de servicios profesionales, reformas en medio ambiente y una nueva ley de igualdad de trato y no discriminación.

En su larga intervención (60 minutos), Zapatero tuvo palabras de agradecimiento a los sindicatos (UGT y CCOO) y a los empresarios (CEOE, que personalizó en Joan Rosell) por el grado de consenso alcanzado en pensiones y en materia laboral –“quiero hacer una defensa y reconocimiento de los sindicatos para la mejora de España”, dijo, reconociendo que éstos habían sido vilipendiados por llegar a acuerdos- y les pidió que aceleren sus trabajos para llegar a acuerdos en las reformas aún pendientes.

Sólo en último lugar habló directamente del PP, y todo para asegurar que “se les han subido las encuestas a la cabeza y nos cabe ni una línea de programa, ésta es la verdad”. Una afirmación sorprendente, teniendo en cuenta que a lo largo de su intervención no hizo más que pedir a los suyos que se olvidaran de las elecciones y buscarán el máximo acuerdo posible con todos los grupos políticos.


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