Inventario de autocomplacencias

   Empezó el debate recordando a los españoles asesinados en Yemen como vínculo de una pinza que hacía presente las sombras del terrorismo de ETA y del de Al Qaeda. El resto de la intervención del presidente fue solo un inventario glosado de su autocomplacencia, que es una especialidad de José Luis Rodríguez Zapatero, imposibilitado para el menor atisbo de autocrítica.

   Como la economía marcha todavía viento en popa, empujada por el rebufo de una construcción que se resiente, pero todavía no se agota, las cifras le permitieron al presidente del Gobierno alardes de contribución a las reservas de la Seguridad Social y un premio a los niños que nazcan: titulares asegurados para los periódicos. Pero seguimos sin conocer el proyecto estratégico del presidente que se limita a decir que con él en La Moncloa los españoles estamos mejor, tenemos mejor presencia en el mundo y somos más seguros. ¿Se acuerdan del "España va bien" de José María Aznar?

   Conforme el presidente subía a la tribuna, Moncloa distribuía el glosario de promesas imprecisas contenido en el discurso de Zapatero: habrá pleno empleo, más protección social, investigación y desarrollo en el país de Peter Pan. Luego le tocó el turno al aspirante y tampoco se apeó de lo previsible: su catálogo fue, como siempre, de catástrofes en una síntesis imposible con las bienaventuranzas del presidente.
  
   Este Debate sobre el Estado de la Nación es el pistoletazo real de salida hacia las elecciones generales. La amenaza permanente de ETA, que es un factor desestabilizador de cualquier realidad política -sobre todo si oposición y Gobierno no están sólidamente unidos, como es el caso- se verá compensada por la sentencia del juicio del 11-M, que previsiblemente establecerá definitivamente la falsedad absoluta de la teoría de la conspiración. Como ocurre siempre, los debates del estado de la Nación están concebidos a gloria del presidente del Gobierno: que más podía desear Zapatero para estar en el paraíso de su autocomplacencia.