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Lo Humano, lo Religioso y lo Sagrado

Lo Humano, lo Religioso y lo Sagrado

lunes 19 de septiembre de 2011, 18:30h
No es poner el Bien en el Mundo, sino ponerlo en nosotros mismos Leyendo el Nietzsche de Stefan Zweig (La lucha contra el Demonio, Edit. Acantilado) uno redescubre, una y otra vez, la noción de Dios. Contra la nietzscheana idea ingenua según la cual "Dios había muerto", se intuye que fue todo lo contrario, que el insigne y queridísimo loco "prueba" más bien la existencia de Dios. No, por supuesto, como el Dios Creador de la Infinitud interminable de infinitas galaxias, cada una de las cuales es a su vez Infinita; mas la HiperInfinitud del Espíritu, absolutamente inescrutable e incognoscible. Leyendo a Zweig uno capta que Dios no es la idea que Nietzsche -en su ateísmo zonzo- tenía de él; que no se trata del Creador de la Infinitud del Mundo, sino precisamente ¡¡de Esa Absoluta Infinitud del Mundo, más la Absoluta Infinitud del Espíritu!! Que es "eso" y no la creación de "eso" lo que Dios es: la absoluta incapacidad que tenemos de entender el mundo... y, muchísimo menos, nuestro Espíritu... por más que la Física Cuántica y las Ciencias de la Psiquis, avancen incontenibles en la comprensión superficial de ambas esferas. Queremos insistir en las bondades del texto de Stefan Zweig, quien además analiza la noción del Demonio en dos inmensos poetas del siglo XIX: Hölderlin y Von Kleist. Es una magnífica oportunidad para descubrir cómo ese Demonio, no es sino el descubrimiento aterrador de la Quiebra de la Razón que Kant y Hegel (con sus fracasos filosóficos) habían puesto en evidencia. Nietzsche tuvo una pequeña confusión al creer que se trataba de Dios, cuando la que realmente había muerto era la Lógica, el pensamiento primitivo que alimentó a Occidente por 2.500 años. Porque en cuanto usted descubre que ni la Razón ni la Ciencia le permiten tener la mas mínima idea del absoluto Sinsentido que es el Mundo y, mucho más aún, nuestro Espíritu, entonces, paradójicamente -ante la amenaza del Caos- no queda ningún otro camino que aferrarse desesperadamente a esa Infinitud Absoluta... que nos permite identificarnos con el Universo y, sobre todo, con las almas de nuestros semejantes, que nos permite ser Uno con Ellas: ¡¡la Noción de Dios!! Porque en cuanto traspasamos Lo Racional ¡¡accedemos a Lo Humano!! al Mundo del Espíritu que no anda deduciendo -mecánicamente- conclusiones a partir de premisas, sino que se dedica a Poner Valores, a Crear el Bien y no solo la Belleza. Porque Occidente, que neciamente identificó Lo Humano con lo Racional, se tardó más de dos milenios en descubrir que así como somos capaces de Crear la Belleza, podemos Crear el Bien. Pero detrás de Lo Humano se nos aparece ¡¡Lo Religioso!! Nuestra capacidad para identificar el alma con las de nuestros semejantes, de hacernos Uno con Ellos. El Amor al Prójimo, la capacidad de intuir que el Espíritu no tiene ningún Ser, como creyó Aristóteles y que por eso podemos fundirnos en un solo Ser con todos los demás humanos. "Algo" que ya empieza a parecerse a Dios. Más allá de Lo Religioso, llegamos a la dimensión mas profunda de Lo Humano: Lo Sagrado. La capacidad que tenemos para trascender el Espíritu. ¡¡Es el Alma yendo más allá de sí misma!! Lo Humano es la capacidad de Crear el Bien, de ponerlo en el Mundo. Lo Religioso es la capacidad de re-ligar nuestras almas con las de los demás. Lo Sagrado, en cambio, es la posibilidad que tenemos de construir nuestro propio Espíritu; desde sus cimientos más profundos. No es ya poner el Bien en el Mundo, sino ponerlo en nosotros mismos. Pero, mucho más que eso: es la posibilidad de superar nuestra Animalidad, la antesala de la noción de Dios.  
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