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Los pactos de Estado dividen al PSOE

Los pactos de Estado dividen al PSOE

martes 04 de octubre de 2011, 08:26h
Bajo la superficie de optimismo forzado que rodea la candidatura del PSOE ha comenzado a emerger una división creciente respecto del tema central de la posibilidad de proponer un pacto sobre una política de Estado para enfrentar conjuntamente la crisis económica. Por un lado, han surgido voces favorables a esa idea, la más clara la de José Bono, presidente del Congreso saliente y, por el otro, la mayoría del aparato de Ferraz que consideran que la única posibilidad de cambiar la intención de voto es lanzarse con todo contra el PP, donde no cabría por supuesto ninguna perspectiva de pacto de Estado.

En el programa Los Desayunos de TVE del pasado lunes,  José Blanco, que concentra varios cargos en el Gobierno y el partido, fue un rotundo portavoz de esta posición del aparato. Incluso cuando la presentadora le recordó que José Bono estaba planteando abiertamente la posibilidad de llegar a un pacto de Estado antes de las elecciones, Blanco fue enfático: "Yo no estoy de acuerdo con Bono en eso".  La cuestión es que eso es precisamente lo que el candidato Rubalcaba aludió en el discurso final de la Conferencia socialista del pasado fin de semana como la necesidad de enfrentar juntos el gran problema, "porque sabemos los españoles, por nuestra experiencia, que, cuando tenemos un gran problema y lo enfrentamos juntos, entonces lo resolvemos".

Claro, alguien podría decirme que la declaración de Rubalcaba no es otra cosa que un saludo a la bandera, por cuanto el candidato socialista no puede desconocer el hecho de que va abriéndose paso en sectores de la opinión pública la razonable idea de un pacto de Estado para superar la crisis, según esa lógica indiscutible de que "cuando tenemos un gran problema y lo enfrentamos juntos, entonces lo resolvemos". O por lo menos tenemos más posibilidades de resolverlo.

Sin embargo, la lógica de Blanco y buena parte de Ferraz es completamente otra: opera como si cualquier propuesta de pactos de Estado fuera directamente contraria a la confrontación directa contra el PP, única fuente de modificación de la intención de voto hoy contraria a Rubalcaba. De hecho, al final de la entrevista de Los Desayunos, Blanco confesó que está deseoso de ir a la pelea. Y todos los intentos de los periodistas asistentes al programa de que Blanco hablara directamente del PSOE sin hacerlo mediante un discurso negativo del PP fueron en vano.

Ante esta situación caben un par de preguntas: ¿es cierto que no cabe otra campaña electoral socialista que ir con todo contra el PP excluyendo del menú una propuesta de pactos de Estado? Pero más aún: ¿Es esa lógica lo que el país necesita, lo que la democracia en España necesita?
Es una lástima, pero no queda más remedio que hacer algo de pedagogía. Para empezar por el final: NO, no es lo que el país necesita. Lo que la democracia española necesita es una campaña que sea capaz de conciliar el debate sobre posiciones en los más diversos campos, con el esfuerzo (por decirlo en términos de Rubalcaba) de "compartir objetivos, para sumar, para remar en la misma dirección", para "enfrentar juntos" la emergencia nacional que tenemos en forma de grave crisis económica. Y eso puede ser un acuerdo conjunto entre las fuerzas políticas, sobre todo las mayoritarias, para ser capaces de hacer una campaña que no haga excluyente a) el debate sobre distintos temas con b) un pacto antes de las elecciones para "enfrentar juntos el gran problema".

¿Demasiado sofisticado el planteamiento? ¿Imposible de captar en serio para los combatientes del PSOE y del PP, los que están deseosos de que comience cuanto antes la liza? Bueno, todo parece indicar que este planteamiento es demasiado complejo para gente como José Blanco. Claro, que este señor siempre ha sido la cara zafia del narcisismo político de Zapatero. Por eso tiene razón el diario El País cuando afirma que los Gobiernos de Rodríguez Zapatero se han caracterizado por una ausencia notable de perspectiva de pactos de Estado. Lamento decirlo, pero eso nada tiene que ver con el verdadero espíritu socialdemócrata, que siempre ha sido capaz de armonizar los intereses electorales inmediatos del partido con los intereses estratégicos del país. ¿Sera cierto que Rubalcaba tampoco entenderá este planteamiento, es decir que, en el fondo, tampoco es un verdadero socialdemócrata?
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