www.diariocritico.com
El partido de Rajoy (y de Cospedal)

El partido de Rajoy (y de Cospedal)

domingo 19 de febrero de 2012, 12:49h
Concluyó, en medio de la euforia previsible y con el caos sevillano que figuraba también en agenda, el congreso más triunfal del Partido Popular. Al menos, por lo multitudinario, que triunfal fue también aquel, celebrado en 1990 igualmente en Sevilla, en el que Alianza Popular se transformó en el Partido Popular y Fraga, "ni tutelas ni tu tía", entregaba el testigo al joven José María Aznar. Pero entonces el PP estaba lejos del poder -habría de esperar hasta 1996 para 'pisar moqueta'--, los militantes eran la décima parte de ahora y la estructura de partido se hallaba aún tambaleante tras tantas convulsiones internas.
 
Lo de ahora no guarda ni remoto parecido con aquel congreso sevillano de hace veintidós años. Y menos aún con el que el PP celebró en Valencia hace cuatro, en medio de una tormenta abatiéndose sobre la cabeza, aparentemente siempre tranquila, eso sí, de Mariano Rajoy. Este domingo, ante unas cinco mil personas vitoreantes, Rajoy clausuraba el XVII congreso 'popular' sin una sola sombra en el horizonte de su poder al frente del partido, aunque sean muchos los nubarrones que se ciernen sobre lo que tendrá o no que hacer en esta recién estrenada Legislatura: no hay disidencias -aunque haya algún descontento que se siente postergado--, no hay encontronazos programáticos -alguno podría decir que tampoco es que haya mucho programa, pero eso es harina de otro costal--, no hay rivales por el liderazgo a la vista.
 
¿Seguro? Porque el poder otorgado a María Dolores de Cospedal es enorme, como nunca antes lo había tenido un 'segundo de a bordo' en el PP. Cospedal, cierto, no forma parte del Gobierno central, pero preside una Comunidad Autónoma difícil y en dificultades, que engloba a cinco provincias y cobija a casi dos millones y medio de personas. Y la presidenta, un puesto alcanzado muy legítimamente tras dar el valiente paso de enfrentarse en las urnas al tradicional poder socialista, ha de compatibilizar el cargo con una secretaría general que ella ha querido sin limitaciones. Tres vicesecretarios generales, uno de ellos abocado a ser el presidente andaluz y a ser, por cierto, el único contrapoder al del cuartel general de la calle Génova, no bastan para coartar las omnímodas facultades de Cospedal.
 
Dicen que un partido gobernante ha de saber circular sobre cuatro ruedas, que han de ir perfectamente sincronizadas y engrasadas: el Ejecutivo central, el partido, el grupo parlamentario y el poder territorial. Cospedal tendrá mucho que decir en el segundo y el cuarto capítulo. Es la persona de confianza de Rajoy, a quien apoyó, como lo hizo la hoy vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, en los tiempos difíciles de Valencia, cuando hasta los comentaristas más inclinados hacia el PP atacaban sin piedad al (entonces) escasamente carismático personaje al que despectivamente llamaban, sin más, 'Mariano'.
 
Hoy, 'Mariano' -elmaillot amarillo da alas-parece haber adquirido carisma, las encuestas que tan mal le trataban parecen haber empezado a reconciliarse con él y hasta se ha permitido la magnanimidad de 'perdonar' a su principal enemigo en el partido, el lugarteniente de Esperanza Aguirre Ignacio González, dándole entrada en la nueva ejecutiva surgida de este congreso. Ha repartido como le ha dado la gana el poder territorial -Valencia ha perdido influencia en la ejecutiva nacional, y González Pons, relegado a una vicesecretaría sin mucho peso, es una muestra de ello--, se ha dado un baño de masas que ni Felipe González en 1982, ni Aznar en 2000, cuando ganó por mayoría absoluta... y, entre sus esperanzas ciertas, figura la conquista histórica de Andalucía para el PP, con un Javier Arenas siempre incómodo teniendo, en el supuesto muy probable de una victoria en las urnas el 25 de marzo, que ocuparse como presidente de esta inmensa autonomía. Lejos, por tanto, de los cenáculos y mentideros de la Corte de los milagros.
 
Ciertamente, muchos políticos envidiarían a este Mariano Rajoy, que presume, porque puede hacerlo, de independiente, de no estar sometido a grupo de presión alguno -no, ni la Iglesia, ni la Banca, ni la empresa, ni la camarilla de amigos que, como mucho, han recibido algún premio de consolación pueden ejercer presiones sobre él--.
 
Lo que ocurre es que la que le viene encima, la que nos viene encima, es de órdago. Y, con mayoría absoluta o no, controlando la mayor parte de las autonomías o no, con el apoyo de los líderes europeos -tiene el de la alemana Merkel; veremos si en Francia gana el socialista Hollande y cómo discurren entonces las cosas con el vecino del sur-o no, Rajoy tendrá que pactar en el Parlamento. No solamente con los nacionalistas catalanes y eventualmente con los vascos y los canarios; tendrá que recurrir, para convencer a una población que no quiere sentirse griega, pero que tampoco -ya lo hemos visto este domingo-- aguantará hasta el límite recortes y restricciones, a grandes pactos, y eso solamente podrá hacerlo con los ahora desnortados socialistas.  
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios