De Sarita Montiel a Saritísima

Lo de Montiel, apareció buscando un "apellido contundente". Lo de Sara fue un homenaje a su bisabuela. Así nació Sara Montiel. Bueno, en aquel entonces, Sarita Montiel, una belleza de rompe y rasga, o como lo resumía ella misma "yo estaba buenísima". Fue con veinte añitos, en 1948 con la película 'Locura de amor' cuando saltó a la fama, interpretando a una cortesana "mala, malísima". La película la protagonizaban Aurora Bautista y Fernando Rey pero Sarita robaba todos los planos y la reclamaron en México, allí fue donde se convirtió en una celebridad de la mano de Pedro Infante, la máxima estrella mexicana de la época. Junto a este protagonizó tres películas. Su experiencia mexicana fue tan gratificante que consiguió la nacionalidad. Tiempo después recordaría que cuando se casó con el director Anthony Mann lo hizo con su "otro" pasaporte, el mexicano.

Tras su éxito en México fue reclamada por Hollywood donde protagonizó 'Dos pasiones y un amor' del que sería su marido, Amthony Mann, y donde también aparecían Mario Lanza, Joan Fontaine y Vincent Price. Aunque sus dos películas más importantes en EEUU fueron 'Veracruz' de Robert Aldrich, que protagonizó junto a Gary Cooper y Burt Lancaster, y 'Yuma' de Samuel Fuller, en el que la acompañaron Rod Steiger y Charles Bronson. En ambos casos interpretó a una india.

Luego su vuelta a España para protagonizar su mayor éxito 'El último cuplé' y comenzar su época dorada con películas como 'La violetera' o 'Carmen de la Ronda' que la convirtieron en la actriz española más famosa de todos los tiempos. Sara, tan deslenguada como siempre comentó que tras el éxito de 'El último cuplé' no volvería a madrugar nunca. Fue el inicio de la diva, el momento en el que Sarita Montiel se convirtió en Saritísima. Otro manchego muy conocido internacionalmente, Pedro Almodóvar, siempre se ha reconocido como gran fan de su paisana gracias a estas películas.

Se retiró del cine en 1974 tras protagonizar 'Cinco almohadas para una noche' para dedicarse a su otra gran pasión, la música. En sus últimos años se convirtió en una habitual de la prensa del corazón, donde supo explotar su azarosa vida. Una vida que fue un soplo de libertad en una España en la que precisamente libertad era lo que más falta hacía. Fue una mujer fuerte, independiente y que no se asustaba de su sexualidad, en un país bastante retrógrado bajo el régimen franquista, y se convirtió en un icono para toda una generación.