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El extremeño cortó dos, y una Castella y Manzanares

Tómbola de orejas en Las Ventas y Puerta Grande para Talavante

Tómbola de orejas en Las Ventas y Puerta Grande para Talavante

-Cogida muy grave el banderillero Valentín Luján

viernes 24 de mayo de 2013, 23:20h
Toros de VICTORIANO DEL RÍO/CORTÉS, con trapío excepto 2º, mansos, flojos y manejables. SEBASTIÁN CASTELLA: silencio; oreja tras aviso. JOSÉ MARÍA MANZANARES: oreja protestada tras aviso; palmas. ALEJANDRO TALAVANTE; dos orejas con protestas; silencio. (salió a hombros). Plaza de las Ventas. Madrid, 24 de mayo. 15ª de Feria. Lleno con cartel de 'no hay billetes'. Observaciones. El banderillero Valentín Luján, de la cuadrilla de Tlavante, resultó cogido por el sexto de la tarde. El parte médico dice que fue atendido en la enfermería de herida en fosa iliaca izquierda con una trayectoria ascendente de 20 cms, penetrando en cavidad abdominal. Se practica laparotomía media Infra y supra umbilical. Se encuentra hemoperitoneo, con rotura de mesenterio que se sutura. Revisión de cavidad, observándose contusión de asas intestinales sin perforación. Cierre por planos.Pronostico muy grave que le impide continuar la lidia.Intervenido bajo anestesia general en la Enfermería de la Plaza , se traslada a la Clínica La Fraternidad. 
Esta vez no se cumplió el tópico. Sí, hombre, sí, ese que afirma que corrida de expectación, corrida de decepción. Al menos para los del clavel, para ese público orejero y facilón que va a la plaza a dividir el precio del boleto por el número de orejas cortadas. Y ya se sabe que para el público exigente, de triunfo y santidad, la mitad de la mitad. Vamos que sin ser Benidorm, se abrió la tómbola de trofeos y a Talavante le tocaron dos (quizás uno de regalo), y a Manzanares y Castella, uno (de regalo). Aunque lo peor fue el cornalón que sufrió el banderillero Valentín Luján, cazado por el sexto a la salida de un par de rehiletes.

Es la cara amarga, la tragedia de la Fiesta, que en la 'contratómbola' le tocó días antes a Iván Fandiño, la que hace que al valorar la labor de los coletudos se tenga siempre en cuenta que se juegan la vida. Pero por decisión propia, porque forma parte de la cara de la Fiesta, la del triunfo. Como el que reflejan las estadísticas de esta corrida que reunía el cartel más rematado y que parece que fuera el acabose, el no va más, la desconcatenación astral.


Bien es verdad que Talavante, tras su petardazo ante los victorinos. le echó mucho valor y quietud a su primero, que había huidode los pencos, como todos sus hermanos y más, pero que sacó codicia y dificultades en la pañosa. Sin embargo, allí estaba un Talavante que en nada se pareció al de la encerrona. Con quietud y valor sometió al bicho donde este quería, en tablas junto al tendido 5, sufrió un volteretón sin consecuencias y le hizo saber que allí el mando en plaza le correspondía a él.

Naturales larguísimos

Faena intermitente, con algunos naturales larguísimos, series de redondos similares y bellos cambios de mano, bien rematada con el estoque y que con la emoción que había producido disparó la euforia en el cotarro, que está en su derecho, y en el palco, que no -y por las intermitencias y muchos enganchones, posiblemente le regaló la segunda-. El extremeño, muy activo en quites capoteros toda la tarde, ya no se complicó en demasía la vida con el paradote que cerró festejo, pues tenía la salida a hombros asegurada, aunque esta Puerta Grande no tapa su fracaso ante los bicornes del de Galapagar.

El bajo nivel de exigencias del presidente ya lo patentó en el segundo, muy justo de presencia, al que Manzanares muleteó con suavidad, empaque, cadencia y la clase que atesora, en el toreo fundamental y en los adornos finales. Pero siempre sin atisbos de emoción por la catadura chochona del bicho, amén de que no cargó la suerte ni una vez, como siempre. Para más 'inri' se tiró a matar de verdad pero la tizona quedó algo atravesada y trasera, lo que no fue óbice para que el usía practicara la elegancia social del regalo, sin que hubiera clamorosa petición. Con el quinto, también de escaso fuelle pero noblote, el alicantino no se dio coba ni apretó para lograr el segundo regalo que le hubiera abierto la soñada Puerta.

La tómbola se abrió para Castella en el cuarto, con el que inició la faena aguantando en el platillo dos pases cambiados y un bello remate por bajo para seguir por ambas manos con lucimiento, e igualmente con algunos altibajos en una labor algo más que aseada y sin la emoción del toro que se come el trapo, como el del triunfo de Talavante, y premiada con largura, incluso contando moqueros, aunque sí había más que en la petición de Manzanares. El primero se rompió una pata en banderillas y el francés, con buen criterio, abrevió. 

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