Faltaban escasos minutos para que la nueva presidenta de la Junta, Susana Díaz Pacheco,
subiera al estrado para darle la bienvenida a su nuevo Gobierno. El
Salón del Palacio de San Telmo se encontraba abarrotado de periodistas y
de significados miembros de la sociedad andaluza. Comenzaron a vibrar
los teléfonos móviles que estaban en modo silencio. El twit era conciso y
claro: "Alaya imputa a Chaves, Griñan y a cinco ex consejeros". Entre
los miembros del Ejecutivo que acababa de tomar posesión se notaba el
nerviosismo. Cuchicheos y caras de preocupación en los nuevos
consejeros. Y silencio total. Era la orden tajante de la presidenta. No
habría declaraciones. Mercedes Alaya había vuelto a conseguirlo y
había chafado de pleno, una vez más, la jornada festiva institucional
que la Junta y el PSOE habían organizado para este martes, 10 de
septiembre. Ahora lo que menos importaba eran la declaración de
intenciones de los diferentes consejeros, sus proyectos de Gobierno, sus
intenciones, sus prioridades. A nadie le importaba un bledo. Los
periodistas buscaban sólo las reacciones al golpe de efecto de la jueza.
Pero nadie entró al trapo, todos echaban balones fuera e ignoraban las
preguntas. Ni siquiera el consejero de Justicia, Emilio de Llera,
tan dicharachero él a la hora de hablar de la, a su juicio, deficiente
instrucción de la juez Alaya, quiso mojarse. La consigna unánime era
hablar del Gobierno y solo del Gobierno. Y Susana aprovechó el primer
despiste para escaquearse acompañada de sus asesores más cercanos. Para
ser un Ejecutivo que se iba a desligar completamente del grave asunto de
los EREs fraudulentos y que iba a combatir la corrupción viniera de
donde viniera, mal empezaban las cosas.
Lo único que queda claro de este último auto de la magistrada es que aquí hasta el más tonto hace relojes, es decir, que Griñán sabía desde el mes de julio que iba a ser imputado tanto él como sus consejeros Antonio Ávila y Carmen Martínez Aguayo. Tan seguro estaba que preparó rapidamente la sucesión antes de que Mercedes Alaya se
incorporara de sus vacaciones veraniegas así como el relevo de sus
colaboradores. Y se aseguraron, claro, que iban a quedar con las
espaldas cubiertas por el TSJA o por el Tribunal Supremo. Alaya ha
llegado por fin a la cúspide de la pirámide de la corrupción que anunció
en su momento. Su trabajito le ha costado pero ya no tenía otro remedio
que imputar a los que todo el mundo señalaba como responsables máximos
de la trama, a saber, los ex presidentes de la Junta, Manuel Chaves y Pepe Griñán, y los ex consejeros José Antonio Viera, FranciscoVallejo, Antonio Ávila, Carmen Martínez Aguayo y Manuel Recio.
Con ellos, la nómina de imputados supera ya los ciento veinte de los
cuales cerca de medio centenar son altos cargos de la Junta y del PSOE.
El escándalo de los EREs alcanza ya su máxima categoría y mucho me temo
que la cosa no ha hecho más que empezar por más que le pese a la nueva
presidenta.
Y ahora ¿qué? Es la pregunta que todos nos hacemos.
No creo que, tal y como plantea la juez en su auto, los aforados se
avengan a declarar ante la magistrada en el Juzgado número 6 de Sevilla
para preservar su inocencia. Lo más lógico es que se acojan a sus
derechos y lo hagan ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,
aquellos que son diputados autonómicos, o ante el Tribunal Supremo,
aquellos que son senadores o diputados en el Congreso. Está por ver si Mercedes Alaya puede
o no continuar con la instrucción del caso o éste pasará a más altas
instancias. No cabe duda que ni el TSJA ni el Supremo emplearán el celo y
la dedicación que Alaya le ha puesto en estos tres últimos años de
instrucción. Y mucho me temo que, como ha ocurrido con otros casos
similares, el asunto sea finalmente sobreseido o bien que se alarge
interminablemente hasta que los delitos contemplados en el sumario hayan
prescrito, que todo puede suceder.
Lo que no queda claro es que
el nuevo Gobierno de la Junta de Andalucía quede exonerado de
responsabilidades con la tocata y fuga de Pepe Griñán. No hay que
olvidar que en la instrucción del caso, Alaya ha reiterado numerosas
veces que el desvió de fondos públicos iba destinado a financiar al PSOE
o a los bolsillos de algunos de sus dirigentes y que durante muchos
años, la nueva presidenta de la Junta ocupó relevantes cargos al frente
del partido tanto en Andalucía (fue secretaria de Organización del
PSOE-A con Griñán) como en Sevilla donde sigue siendo la secretaria
general que sustituyó al ahora imputado José Antonio Viera. Vamos que a Susana Díaz le
va a ser difícil eludir las responsabilidades que ha heredado de sus
padrinos. Querer desligarse ahora de las tropellias cometidas por sus
antecesores y llegar a la cúspide como si acabara de nacer y no supiera
nada es un ejercicio de escasa credibilidad. Responsabilidad política,
haberla, hayla. Otra cosa es que Susana, incauta e inocente donde las
haya, se quede al margen de cualquier responsabilidad penal.
Le
va a ser difícil eludir las responsabilidades que ha heredado de sus
padrinos. Querer desligarse ahora de las tropellias cometidas por sus
antecesores y llegar a la cúspide como si acabara de nacer y no supiera
nada es un ejercicio de escasa credibilidad. Responsabilidad política,
haberla, hayla. Otra cosa es que Susana, incauta e inocente donde las
haya, se quede al margen de cualquier responsabilidad penal.