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Los 730 días de pasión de Mariano Rajoy

Los 730 días de pasión de Mariano Rajoy

viernes 20 de diciembre de 2013, 13:53h
Parto, conste, de la pesimista seguridad de que Mariano Rajoy no va a leer este comentario, de la misma manera que no lee ningún otro que esté dedicado a su gestión, según dicen que él mismo asegura. Lo cual indica, por tanto, que, entre las muchas estaciones de su particular vía crucis a lo largo de cada uno de estos setecientos treinta días -dos años-- de pasión, no se incluye la penosa constatación de que hoy por hoy acumula más críticas que elogios, aunque también de esto último haya.
 
Pese a todo, uno, que se dedica a mirar, analizar y narrar lo que ve y lo que va sabiendo por cenáculos y mentideros, no puede dejar pasar la ocasión, ante este 21 de diciembre en el que han trascurrido esos dos años desde que Rajoy juró el cargo, de reflexionar sobre lo mucho y lo poco que ha ocurrido en estos veinticuatro meses, en los que no puedo dar un aprobado ni siquiera raspado a la acción del Gobierno, aunque tampoco me atrevería a ponerle un muy rotundo suspenso.
 
Como siempre ocurre, hay luces y sombras, cosas bien hechas -la administración de los tiempos ante las urgencias para el rescate económico, la impasibilidad ante el ataque de los propios más que de los ajenos, el afán de independencia- y otras no tan logradas. Como creo que un cronista debe centrarse más en la crítica que en el aplauso, yo diría que, entre estas últimas, entre las cosas menos logradas, el inmovilismo ante los saltos políticos que entiendo que se requieren aquí y ahora, es la peor de todas. Es un clamor que el elenco ministerial necesita un reajuste, que el país reclama pactos amplios con la oposición, que hay que negociar a fondo con esa difícil, insensata si usted quiere, Generalitat de Catalunya, que la Constitución necesita remiendos que actualicen la marcha política, económica y social del país...Etcétera.
 
Y, sin embargo, resulta obvio que el presidente Rajoy no está por la labor de mover un solo dedo para variaciones sustanciales, aunque sí se propicien en la trayectoria del Ejecutivo cambios que, por lo demás, nadie reclama: tasas judiciales, ley del aborto, ley de seguridad, idas y venidas fiscales que me temo que garantizan la inseguridad jurídica... o incluso, si se me apura, la reforma educativa no consensuada o la reforma laboral, insuficiente e inicialmente mal planteada.
 
Son cambios, muchos cambios sin duda, que, a mi juicio, obstaculizan el Cambio, esa enorme revolución pendiente desde varios prismas, que abarcan desde las libertades a una mayor equidad económica, desde el panorama laboral al equilibrio territorial. Porque Mariano Rajoy debe saber que no puede entrar en la segunda mitad de 'su' Legislatura pensando, y menos permitiendo, que todo sea lo mismo, creyendo que es aún posible que algo -pero solo algo-cambie para que todo siga igual.
 
No caeré en el simplismo de llamar perezosa a la trayectoria de Rajoy. Todo lo contrario: se han hecho muchas cosas, probablemente demasiadas, si usted contempla ciertas 'ocurrencias' ministeriales. Se han planteado reformas imprescindibles, como la de las administraciones a todas las escalas, pero nunca completadas. Se han delineado normas de transparencia que ni bastan para combatir la corrupción ni de verdad acercan al ciudadano al reparto del poder. Así, la verdadera pereza, esa que, decía Pompidou, es un elemento motor de la humanidad, se ha centrado en practicar un vuelo alto en lugar de rasante, en poner parches donde era precisa la cirugía, en tomar el rábano por las hojas y no el toro por los cuernos. Y entonces, claro, nos encontramos con que los dos años de aniversario estuvieron marcados por una noche de búsqueda policial en la sede del PP en Génova, en busca de datos 'comprometedores', y por la contienda de la tarifa eléctrica, que mucho tiene de batalla interna entre ministros del mismo Ejecutivo.
 
Viendo la habitual impasibilidad del personaje, resulta difícil afirmar, aunque yo lo hago, que esté sufriendo mucho más que gozando con el ejercicio del cargo en el principal despacho de La Moncloa. Y bien que lo siento, porque a uno le gustaría que el presidente del Gobierno se sintiese dueño del acierto -por más que la autocrítica nos sea su fuerte, intuyo que no está tan, tan seguro de que todo lo esté haciendo bien-- y lejano del error; porque es mucho lo que a todos nos va en que el rumbo, en estos dos años abarrotados que nos esperan, sea de verdad el correcto. ¿Cree usted que Mariano Rajoy, que ya sé que no va a leer ni este ni ningún otro comentario de aniversario, ha iniciado una reflexión a fondo, pensando en 2014, 2015 y, si se tercia, años siguientes?



- El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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