¿Quiere
quien corresponda entender la razón de la mala prensa de una casta política
que, mes tras mes, sufre un duro varapalo en las encuestas de opinión? Pues
para comprenderlo, como muestra, tres botones: lo sucedido en el Partido
Popular andaluz hace dos semanas, lo sucedido en el PP vasco esta semana y lo
que ha ocurrido en el Partido Socialista navarro hace pocos días. Tres ejemplos
de cómo no debe gobernarse, tres indicios más, por si hiciera falta, de lo que
no debería ser y, sin embargo, es.
Este
comentario, desde luego, no busca culpabilidades personales ni tiene el más
mínimo propósito de minusvalorar la capacidad política de nadie. Pero no me
negará usted, amable lector, que la designación -alguien dirá que le votó, en
lista única, el 98 por ciento de los asistentes a un congreso; eso no invalida
lo que digo-de
Juan Manuel Moreno como líder de los 'populares' andaluces no
fue una auténtica chapuza, una muestra más de las querellas intestinas en un
partido en el que el llamado 'dedo divino' del líder es la suma razón, el
definitivo argumento. Y lo mismo podría decirse del PP vasco, que, tras muchos
capítulos loables, ha dado un clamoroso ejemplo de falta de transparencia,
ausencia de participación militante en las decisiones y exceso de autoritarismo
a la hora de elegir su nueva ejecutiva.
Claro
que eso es casi nada en comparación con lo ocurrido en el PS navarro, de la
mano irresponsable -siento decirlo-de su secretario general,
Roberto Jiménez
Alli, que planteó una moción de censura sin base suficiente, y cima aliándose
con Bildu, contra la presidenta
Barcina, y que sufrió el revolcón de haber sido
desautorizado por su propio partido. Y que, sin embargo, se resiste a dimitir,
al grito de "el socialismo, en Navarra, soy yo". Resultado: una enorme grieta
en el PSN, un disgusto para el PSOE, inmerso ya en los preparativos electorales
y un baldón más para una forma excesivamente generalizada de comportarse en
política. Porque ya digo que lo que he traído hoy aquí son apenas tres
ejemplos, tres, entre otros bastantes; ¿cómo olvidar, sin ir más lejos, algunas
cosas que están ocurriendo en la política catalana, en la valenciana, en la
madrileña?. Pues eso.
Tengo
que insistir, cuando parece que nuestro país comienza a recuperar algo de su
prestigio internacional, en que los temas relacionados con la pura política
nacional siguen siendo el peor lastre que sufre España como nación. En momentos
en los que se busca un gran pacto contra la corrupción no debería olvidarse que
precisamente esta corrupción nace y se nutre de las malas prácticas políticas,
de la falta de transparencia y de participación ciudadana y militante, del
continuo desoír las peticiones de los españoles cuando exigen reformas legales,
una mayor dosis de democracia. Ya digo: lo del PP andaluz y vasco, lo del PS
navarro, no son sino los estallidos últimos derivados de una forma
tradicionalmente equivocada -no culpemos solamente a este Gobierno y a esta
oposición-- de hacer política.
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El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>