Aunque la línea está puesta en el 28 de febrero, fecha en la que finaliza el actual plan de rescate de Grecia, a nadie le gustaría que el calendario fuese consumiéndose sin más. Como dicen las crónicas, 28 cancillerías siguen con atención las negociaciones y hasta la OCDE entra en liza y su secretario general propone a Grecia una intensa agenda de reformas. El caso es que el estreno del nuevo gobierno griego en el Eurogrupo finalizó sin que fuese posible siquiera un comunicado conjunto y las negociaciones se trasladan a la reunión de ministros de Finanzas del próximo lunes en Bruselas. Dos aspectos centran las negociaciones. El primero el más urgente, que tiene que ver con la prórroga del vencimiento del plan actual el 28 de febrero que desbloquearía pagos a Grecia por 7.200 millones y el segundo un nuevo plan de rescate para cubrir las necesidades de financiación a medio plazo. A pesar de las buenas palabras hacia Grecia por parte de algunos líderes europeos, lo cierto es que no puede hablarse de fisuras en la Unión Europea y la línea roja impuesta es que los acuerdos que se firman son acuerdos que deben de cumplirse. Aunque los mercados financieros mantienen la calma, no pueden evitarse idas y venidas atendiendo a la mayor o menor probabilidad de una prórroga, que previsiblemente será suficiente para evitar que se respete cierta calma a la espera de un acuerdo más amplio.
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