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El fantasma de Grecia se pasea por Las Ramblas

viernes 17 de julio de 2015, 14:03h
Es imposible sustraerse al influjo de Grecia en la política europea. Tras apenas cinco meses en el gobierno heleno y con un referéndum por medio, las promesas de Tsipras y Syriza sobre la postura del país frente a la "troica" y el resto de las naciones que integran el Eurogrupo se han desvanecido y el primer ministro griego ha tenido que recurrir a sus adversarios políticos para ganar la votación en el Parlamento de Atenas.

La canciller Merkel tiene un ala de la derecha alemana, que encabeza su ministro Schäuble, que no le permite la menor de las veleidades respecto a las posiciones de dominio y de exigencias respecto a los países que han tenido que afrontar reformas y rescates, y entre los que sobresale Grecia por derecho propio. El francés Hollande y el italiano Renzi poco pueden hacer para parar el avance de la locomotora teutona y tampoco es que lo pretendan. El resto de dirigentes europeos, incluido nuestro primer ministro Rajoy, se limitan a aceptar y dar por buenos los análisis y las exigencias que se plantean desde Berlín.

François Hollande tiene serios problemas en Francia y la derecha gala se está rearmando en torno a su ex, Nicolas Sarkozy, con la sana intención de volver al poder; Matteo Renzi, en Italia, ni siquiera ha pasado por las urnas y debe su cargo a las batallas internas del centro izquierda y a su pacto inicial con Silvio Berlusconi; y en España, el PP intenta modificar su estrategia y su imagen ante los ciudadanos para no perder las elecciones generales de final de año, y con su prestigio e influencia exterior en mínimos tras la derrota de Luis de Guindos para presidir el Eurogrupo y los resultados de los comicios autonómicos y municipales. Poca fuerza ante las dynamicas divisiones alemanas, tanto en Bruselas como en Estrasburgo.

Es en este complejo escenario político y a la vez simple escenario económico en el que se van a celebrar las segundas elecciones cruciales para España. Las primeras fueron las del 25 de mayo - no tuvieron esa importancia las andaluzas o las europeas - y de ellas se desprende que los dos grandes partidos están heridos, pero no muertes, que los recién llegados están cumpliendo un papel depurador en el resto de organizaciones, y que en algunas, como en CiU, les han llevado a su ruptura interior.

Las segundas van a ser las catalanas del 27 de septiembre, con dos candidaturas de " unidad" que han colocado al frente de las mismas a ciudadanos que no están en la política partidista, pero que si están en la política social. Y en ambos casos se busca la independencia de Cataluña o, por lo menos, un referéndum sobre el tema. Por la derecha está la renacida Convergencia de Artur Mas y la Esquerra de Oriol Junqueras; y por la izquierda la suma de cuatro organizaciones que van desde Izquierda Unida a Podemos.

En el centro de esa " pinza" se mueven desde el PSC al PP pasando por los Ciudadanos de Albert Rivera, que no se presentará personalmente ya que aspira a sentarse en el Congreso de los Diputados y pelear por La Moncloa o un buen Ministerio. Unos y otros miran lo que ha pasado, está pasando y va a pasar en Grecia, ven como los fantasmas de Tsipras y Varoufakis se pasean por las Ramblas de la Ciudad Condal, e intentan explicar y aprovechar en su beneficio el primer final de varios que va a haber en la guerra entre Alemania ( disfrazada de Europa) y Grecia.

Todos ellos nos mienten, mienten a los ciudadanos. España y Grecia no se parecen en nada, ni los partidos clásicos griegos se parecen a los españoles. Ni siquiera Podemos se parece a Syriza por más empeño que ponga en ello Pablo Iglesias. De los resultados del 27 de septiembre, si es que la nueva coalición de Convergencia y ERC consigue mantener o superar los 71 escaños de que goza en la actualidad - habría que quietarle los que pertenecen a la Unió Democrática de Duran Lleida - se va a desprender el mismo posicionamiento que ya tienen esas fuerzas en la actualidad y el mismo pulso al estado del que vienen haciendo gala desde hace años.

Los que pueden perder son los populares y los socialistas, más , mucho más los primeros que los segundos. Si el PP de Alicia Camacho sigue perdiendo votos y diputados, sin que el PSC consiga salir con credibilidad del agujero en el que le metió el famoso y malogrado tripartito, serán los nuevos, las siglas de Podemos y C's las que mantengan su estatus de fuerzas necesarias para gobernar en 2016, sin que por ellas mismas puedan ser cabezas de cartel. Pablo Iglesias tendrá que pensar en apoyar a Pedro Sanchez, y Albert Rivera a Mariano Rajoy. Esa es la parte " global" que se juega en Cataluña. No la de la independencia, no la de la salida de Europa, no la del euro.

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