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El gran fraude

miércoles 23 de septiembre de 2015, 15:09h

Resulta que la pujante, poderosa, intachable industria automovilística alemana es tan chapucera y tramposa como la de los "PIG"; esos irresponsable países del sur de la UE, cuyas clases medias, empobrecidas por los recortes impuestos desde el norte, se dejan sus ahorros comprando la fiabilidad alemana.

Resulta que los mandamases de Volkswagen y Audi habían invertido en I+D, no para reducir la contaminación de sus motores diesel, sino para crear una pieza de la complicada informática de sus automóviles que falseara los datos de esa contaminación. Millones de coches vendidos en todos los mercados del mundo llevan esa pieza fraudulenta que permite venderlos en mercados especialmente exigentes con las emisiones contaminantes.

Muchos compradores, atraídos por su publicidad, adquirieron estas marcas no solo por la solvencia alemana, sino convencidos de buena fe de que ponían un granito de arena en la lucha contra el cambio climático. Y convencidos también de que hacían una buena inversión de futuro dado que las grandes ciudades con altos grados de contaminantes en su atmósfera acuden, cada vez más, a reducir el tráfico de coches diesel. Con estos sí que se podía, "eran limpios".

No solo han estafado a sus clientes, han estafado al resto de los estados que han permitido su uso superando las normativas vigentes. Su todavía presidente del Consejo de Administración alega que aún no tiene todos los datos de lo ocurrido y que se darán todas las explicaciones. En previsión de la lluvia de demandas que les van a caer encima y tras perder más del 38% de su valor en bolsa han hecho una provisión de fondos que se come la mitad de los beneficios del año pasado.

En este caso no vale la frase de Mariano Rajoy en su entrevista con Carlos Alsina, respondiendo con un "se paga y punto", al preguntarle por la contratación fraudulenta de Bárcenas. Volkswagen ha quebrado la confianza en la industria alemana y en este momento están en revisión otras marcas como BMW emblema del automovilismo europeo.

Los europeos del Sur, insisto, que se gastaban lo que no tenían para poder comprar un electrodoméstico AEG o MIELE, considerados muy superiores al resto de las líneas blancas, se preguntan ahora si el chip de la obsolescencia programada no estará también en las tripas informáticas de su lavadora o su friegaplatos o su nevera alemana.

Y, como el mercado es global, esos mismos ciudadanos, muchos de los cuales invierten sus ahorros en bolsa dados los bajísimos tipos de interés de la deuda pública, vieron como se despeñaban los mercados arrastrados por el DAX alemán y el fraude de Volkswagen.

El prestigio se gana en muchos años pero se pierde en unas horas. Mucho va a tener que remar la industria automovilística para que el resto de europeos, que desechaban sus propias marcas contribuyendo al crecimiento del PIB alemán, vuelvan a invertir en una industria tan engañosa como las demás.

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