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Relaciones laborales

No te pongas minifalda si trabajas entre hombres

No te pongas minifalda si trabajas entre hombres

lunes 03 de diciembre de 2007, 14:54h
En la época de las cavernas nuestros antepasados estaban muy bien organizados. Ellos salían a cazar, ellas se quedaban cuidando el fuego y los niños. Si cazaban mucho, por la noche ellas les otorgaban doble ración del uso matrimonial. O eso se cree.
Todo fue igual durante miles de años hasta que unas rompedoras (denominadas sufragistas) empezaron a dar la barrila y fueron consiguiendo cositas para las chicas. Primero votar, después subirse un poco la falda, quitarse las enaguas (no sé qué vino primero) ir a trabajar, tomar la píldora…y claro, el revuelo fue tal que hoy en día todavía no sabemos muy bien dónde estamos (especialmente ellos). Y así nos va, claro. Los hombres despistados, las mujeres alteradas y todos hechos un lío.

Todo esto lo sabemos muy bien las mujeres que trabajamos. Y todas (o casi todas) lo  hacemos con hombres (salvo que trabajes en un convento de monjas y aún así siempre está el jardinero o el señor de los arreglos). Teresa Viejo, periodista y autora de ya tres libros que ahondan en la condición de la mujer y sus relaciones con hombres, familia y ahora trabajo, presentó el libro Cómo ser mujer y trabajar entre hombres (editorial Martínez Roca). Amadrinaron el acto Clementina Díez de Valdeón, presidenta de la comisión de cultura del Congreso de los Diputados, Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola en España (y novio consorte de la autora) y Ana Rosa Quintana (que no necesita ser presentada y que de mandar sabe un rato aunque sea mujer)

Dijeron cosas importantes. Cayeron también en bastantes tópicos que tienden ya a estar más que resueltos. Por ejemplo, las chicas de treinta y pocos ya se emparejan con tíos que dan biberones, cambian pañales y muchos están en casa antes de las ocho. Pero sobre todo pecaron de no ejercer con el ejemplo. Denostaron a los hombres que presiden reuniones larguísimas y que destinan más de tres horas a comer porque en el postre incluyen copa y puro, pero no ejemplarizaron e hicieron una presentación larguísima regodeándose en el gustazo de hablar, hablar y hablar como si estuvieran en el salón de su casa. Más de uno (hombre) en el público apuntó este hecho que yo corroboro. Como ven, los tópicos de mujeres charlatanas que no callan (y que según en el libro nos achacan), también se cumplen…a veces.

En cualquier caso siempre es loable que se hagan libros de este tipo. Leyéndolo he caído en cuestiones hasta ahora desconocidas para mí como que por ejemplo muchos hombres dan por hecho que una más débil en las negociaciones porque es más sensible (bueno, discrepo, he conocido mujeres jefas y compañeras que no son nada sensibles) o que dan por sentado que somos más complicadas y generamos más conflictos. Eso es lo que piensan ellos según Teresa Viejo. De ahí a que sea cierto hay un trecho…o mucho esfuerzo por cambiar las cosas.

El acto tuvo su buen canapé y digo bueno porque así fue y con ilustres personajes del mundo castellano manchego (la autora es de allí) empezando por su presidente Barreda. Vi a Enrique Cornejo, soltero ya de diamante, Consuelo Berlanga, preparando “proyectos que todavía no te puedo desvelar”, Belinda Washington que se fue bailando sin quedarse al canapé para atender a sus hijas. Estaba allí Nuria González, de profesión esposa de Fernández-Tapias.
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