www.diariocritico.com

Abuela que estás en el cielo

sábado 02 de abril de 2016, 19:22h

Tiene ese rostro cansado lleno de años de todas las abuelas. Tiene esa ternura en la mirada que estalla en los viejos cuando acarician la infancia, aunque sean de rostro duro y machacado por el castigo de la vida. Cuando era niño Messi fue un día a verla al cementerio. Salió de Rosario y cruzó con un amigo la ciudad y los suburbios, exponiéndose al vituperio de las bandas, y llego hasta el camposanto para rendirle el homenaje del amor, de ese amor inmenso de un niño a las caricias de las manos arrugadas de quien ya tiene mucho más pasado que futuro. Cada vez que Messi marca un gol levanta los brazos al cielo, mueve el índice de cada mano, eleva la vista más allá de los focos, hacia las nubes, e incluso más allá de ese territorio de espuma. Es por ella, la madre de su madre, Celia. Una abuela italiana que cocinaba para los nietos la mejor milanesa a la napolitana del mundo.

Tiene los ojos oscuros y la piel oscura y esa tristeza alegre de los latinos. La mirada parece dura pero es dulce y cálida. Hace un gesto de bondad misteriosa cuando acerca sus manos para acariciar la piel blanda de los niños. Los llevaba, entre ellos a Messi claro, al potrero de Grandoli, en Rosario, donde comenzó la carrera de Lionel. Una vez, cuando tenía cuatro años, faltaba un jugador en el equipo y Celia le dijo al entrenador que pusiera a su nieto. Salvador Aparicio, que así se llamaba el técnico, se negó pues vio a aquel niño tan nimio, tan pequeño, tan débil (tuvo un problema con la hormona del crecimiento), que tenía miedo de que pudiera salir malparado. Pero la abuela insistió una y otra vez. Le dio al técnico todo tipo de razones para que pusiera a su nieto. Incluso le dijo que si lloraba ella misma lo sacaría del campo. Al final entró y cuando agarró la pelota regateo a unos y otros y marcó dos goles. Messi estuvo en ese equipo hasta los siete años con el diez a la espalda.

Messi lo cuenta con esa gracia pícara argentina. La abuela le decía al entrenador “¡ponelo, ponelo!” y este respondía “no,no, está muy chiquito”, y ella insistía “ponelo que te va a salvar el partido” y discutían y discutían hasta que el entrenador por cansancio le hizo caso. Hoy Messi es el mejor jugador del mundo, y con seguridad ya está entre los cinco o seis mejores de la historia, si no será el mejor cuando finalice su carrera.

Escribo antes de que se juegue ese Madrid-Barça que asombra al mundo. Ahora no me importe el resultado. Soy del Madrid, pero amo tanto la genialidad en la vida que admiro a Messi. Y si marca seguro que me enterneceré al ver como levanta dos dedos al cielo para dedicarle el gol a su abuela Celia. Ella murió sin verlo triunfar. O a lo mejor sí lo vio. Quién lo sabe.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios