Desde 1985, cada 9 de mayo se celebra el Día de Europa. Esta fecha es el aniversario de la histórica Declaración de Schuman. En un discurso pronunciado en París en 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores expuso su idea de una nueva forma de cooperación política que hiciera impensable un conflicto bélico entre las naciones europeas. La idea era crear una institución europea que mancomunara y gestionara la producción de carbón y acero. Justo un año después se firmó el Tratado por el que se creaba esa institución (CECA). La propuesta de Schuman se considera el comienzo de lo que es hoy la Unión Europea. Desde entonces las instituciones europeas han sufrido una gran metamorfosis y ahora se enfrentan a amenazas que han abierto algunos frentes: los refugiados, el populismo, conflicto entre acreedores y deudores, el Brexit y, quizá derivado de todo ello, se ha puesto de manifiesto la falta de liderazgo. Pese a todo, el 50% de los europeos considera positiva la pertenencia de su país a la UE y un 52% se muestra bastante optimista respecto al futuro de la institución. Mucho más ferviente defensor, quizá rayando con el alarmismo, se mostraba ayer el primer ministro británico, al advertir a los votantes que abandonar la UE pondría en peligro “la paz y la estabilidad” y aumentaría el riesgo de guerra. La celebración europea no supuso ningún cambio en las “agendas” de la institución. Ayer los ministros de Finanzas de la zona euro se reunían para comenzar las conversaciones sobre la deuda de Grecia y el vicepresidente del BCE en un discurso en Londres declaraba que las últimas medidas de estímulo del BCE necesitan tiempo para que puedan impulsar la inflación en la zona euro, al mismo tiempo que instaba a los gobiernos a poner de su parte para estimular el crecimiento.
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