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Ponce torea en redondo a su primer enemigo
Ponce torea en redondo a su primer enemigo (Foto: Juan Pelegrín)

San Isidro: la torería elegante de Ponce y el valor seco de Román alegran la tarde

> Los dos perdieron un trofeo por el mal uso de la espada ante un encierro con trapío pero flojo

jueves 19 de mayo de 2016, 22:55h
Enrique Ponce, poco amigo de venir a dar la cara en Madrid, cuajó este jueves en Las Ventas una de sus mejores faenas, a base de clasicismo, elegancia y reposo ante su primero, de irreprochable trapío como todo el encierro, mientras que el toricantano Román asustó por su inmenso valor ante el encastado sexto. Fueron los dos únicos momentos álgidos de una tarde en la que Luque pasó desapercibido.

Dos puntos marcan una línea recta. Y dos puntos, en corto y por derecho, sobresalieron en el festejo del jueves en el que hacía su único paseíllo ante la exigente afición venteña Enrique Ponce. No sólo ahora dio la cara, sino que se examinó ante una corrida de toros seria –tomen nota el resto de las figuras, que han defraudado en tal sentido- y superó la prueba con una gran faena de corte artístico frente a su boyante primero. La otra noticia de relevancia y destacada la ofreció Román, que emocionó y se jugó las femorales ante el sexto, único encastado, y que pedía el carnet de torero.

El veterano maestro y el aspirante, además de coincidir por diferentes vías en alegrar el cotarro, también lo hicieron, ¡ay!, en sus fallos con las armas toricidas, lo que les impidió echar una oreja de peso en su esportón. No es que a Ponce le haga falta a estas alturas de su trayectoria, con más de un cuarto de siglo como matador entre los mandamases del escalafón, pero el valenciano, que recibió a ese su primer bicorne con fáciles verónicas, anduvo sereno, reposado y entregado frente al mismo, lejos de su tantas veces repetida elegancia vacía envolviendo la nada en papel de regalo.

Ya con la flámula, sin tomarse ventajas, lo sometió con templados y bellos muletazos por abajo, para después aprovechar su noble boyantía en redondos con desmayo –eso sí en alguno de ellos la flojera del bicho le llevó a hocicar la arena- y un monumental pase de pecho. Parsimonioso y a gusto, Ponce también brilló aunque en menor medida con la mano izquierda -tan poco utilizada casi siempre-, para volver a los redondos y a dos cadenciosos cambios de mano.

La faena capicúa la concluyó de similar guisa a como la había iniciado: con nuevos aromáticos remates por bajo antes de un pinchazo, una estocada perpendicular y dos golpes de verduguillo, que dejaron el trofeo ganado a pulso en una atronadora ovación. Ya no pudo repetir con el sobrero de Valdefresno, de pavorosas defensas y manso de libro, con el que, de nuevo con entrega, llegó a ponerse pesado.

Intensidad y verdad

Todo lo contrario que su paisano Román con el de la ceremonia, que debió pasaportar pronto ya que vio cómo los juguetones duendecillos del destino se burlaron de él cuando el bicho se rompió la mano derecha nada más empezar con la muleta, tirando el chaval por la borda sus ilusiones. Pero no se arredró, sino que a base de un valor estoico metió en la tela al encastado sexto, una furiosa ola de océano en sus embestidas.

Con máxima verdad y riesgo de volteretas y percances, a cara o cruz, y los tendidos viviendo intensamente el momento de mayor susto y emoción, el valenciano fue capaz de lucirse con ambas manos, pero en mayor medida con redondos de mucho mando y máximo riesgo, el mismo que había aportado minutos antes en un quite por ajustadísimas tapatías.

E igualmente en unos originales pases semigenuflexo embebiendo al bicho por detrás y rematando por delante. Toda la plaza le empujó cuando empuñó el estoque y se tiró derecho, pero pinchó en duro y necesitó después de varios viajes y del descabello. Román se fue de vacío en las estadísticas, pero dejando además de un olor de torería verdadera el mérito para repetirlo pronto.

Convidado de piedra fue Daniel Luque, al que por sus respectivas escasas fuerzas no le correspondió en su lote ningún burel con opciones, pero salvo algún detalle de lo buen capotero que es, tampoco el sevillano salió de su habitual toreo periférico y al hilo del pitón.

FICHA

Cinco toros de PUERTO DE SAN LORENZO, con trapío y nobleza pero justos de fuerza; cumplidores en los caballos y descastados excepto 6º. 4º, segundo sobrero, de VALDEFRESNO -tras ser devueltos por inválidos sl titular y otro sobrero también del hierro anunciado-, bien presentado y descastado. ENRIQUE PONCE: gran ovación tras aviso; ovación tras aviso. DANIEL LUQUE: silencio; silencio. ROMÁN, que confirmaba alternativa: silencio; ovación tras aviso. El subalterno Raúl Martí saludó tras banderillear al sexto. Asistió el rey emérito Don Juan Carlos, al que los espadas brindaron su primer toro. Plaza de Las Ventas, 18 de mayo. 13ª de Feria. Casi lleno.

> CRÓNICA DEL FESTEJO ANTERIOR

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