A raíz del vergonzoso escándalo del sorteo de la Champions y su más escandalosa repetición, el periodista del programa “Fútbol picante”, del canal de deportes ESPN, Rafa Ramos, comentaba lo siguiente: “No podemos olvidar que en la época de Francisco Franco el Real Madrid ganaba y quedaba campeón en lo que fuera necesario como un efecto directo de la dictadura. Y esto no me lo va a poder cuestionar absolutamente nadie, porque hay testigos de todas esas maniobras”.
Este individuo se apunta a esa mentira histórica, convertida en bulo interesado, y que en nada responde a la realidad incuestionable de los datos. Durante el franquismo, el F. C. Barcelona fue campeón de la Copa del Generalísimo en nueve ocasiones (1942, 1951, 1952, 1953, 1957, 1959, 1963, 1968 y 1971), mientras que el Real Madrid lo fue en siete (1946, 1947, 1962, 1970, 1973, 1974 y 1975). Para ser el equipo blanco el mimado por el franquismo tiene en sus vitrinas menos Copas del Generalísimo que el culé.
La etapa más larga en la que los blancos no conquistaron el título de Liga—catorce años— fue durante el franquismo, de 1939 a 1953, periodo en el que Barcelona consiguió cinco ligas. ¿Dónde estaba Franco a la hora de echar una mano a “su” equipo?
Otra historia. En plena dictadura, y para favorecer la situación económica de los azulgranas, se recalificaron los terrenos de Les Corts hasta en tres ocasiones en menos de quince años (1951, 1962 y 1966), operación urbanística que permitió al Barcelona saldar una deuda contraída de 230 millones de pesetas. El decreto de la última recalificación llevaba las firmas de Martínez y Sánchez Arjona, ministro de la Vivienda, y la de Francisco Franco. El Barcelona, agradecido, hizo socio de honor al dictador y en dos ocasiones (1971 y 1974) le otorgó la insignia de oro del club catalán.
El tópico de que el Real Madrid era el equipo del Régimen se mantuvo durante las cinco Copas de Europa, que ganó de forma consecutiva el club blanco, sin que nadie cayera en la cuenta de que, en aquellos años, en Europa se rechazaba y aislaba la dictadura franquista, y por ello no iban a favorecer, precisamente, al equipo del Régimen dictatorial.
En los años sesenta del siglo XX, el estadio blanco se había quedado pequeño para los planes de futuro. Se barajaron dos posibilidades: derribar el viejo estadio y construir uno nuevo en el mismo lugar o vender los terrenos que quedarían liberados tras la demolición, y construir un gran estadio en la periferia. La primera opción requería fuertes inversiones económicas, que el club no podía afrontar; la segunda era viable por su rentabilidad, pero para hacerla posible, el Ayuntamiento debería recalificar los terrenos para construir viviendas. Pero el alcalde franquista, Carlos Arias Navarro, se mostró contrario a esa operación, incluso llegó a decir que «estaba tan prohibida como lo está el asesinato».
El Real Madrid intentó de nuevo la recalificación de los terrenos con el alcalde que sustituyó a Arias Navarro, Miguel Ángel García Lomas, pero desde El Pardo llegaron “indicaciones” al Ayuntamiento de que no se permitiera esa operación.
Y todavía, a estas alturas del siglo XXI, hay quien tiene la poca vergüenza de seguir insistiendo en que el Real Madrid era el equipo del régimen.
Si (
No(
