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Cuatro años después

jueves 02 de junio de 2022, 07:54h

Cuatro años, cuatro, -junio 2018-, han pasado ya desde que triunfó la moción de censura que Sánchez presentó contra Rajoy y que siguió adelante frente todo pronóstico. Y el presidente del gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, se despierta hoy del paseo triunfal en el que ha convertido su etapa de gobierno -somos los mejores, todos nos envidian…-, con el boicot de Podemos a la OTAN. O sea, con una parte del gobierno que es gobierno y oposición dentro de la sala del Consejo de Ministros. La cuadratura del círculo. Por la mañana ponen su firma en ciertos acuerdos que, por la tarde, denuncian en rueda de prensa como si no fuera con ellos. ¡Y no pasa nada, señores, aquí no pasa nada...! Ni el presidente del gobierno los cesa, ni los levantiscos ministros dimiten porque, si no, ¿dónde van a ir que más ganen?

Mal antecedente para que la que, sin duda, va a ser la cumbre más importante de estos 40 años en los que España ha venido formando parte de la Alianza Atlántica, despierte el entusiasmo y la confianza por nuestro país del resto de los países componentes. De Biden ni hablemos porque es muy posible que ni siquiera se encuentre con el presidente del país anfitrión más allá de unos cuantos segundos de rigor para hacer la foto protocolaria que –de nuevo y con toda seguridad-, Moncloa presentará como un nuevo encuentro en la cumbre, una conjunción planetaria que une nuevamente a EEUU y a España. Vivir para ver.

Los morados acusan a un gobierno del que ellos mismos forman parte, de adjudicar a dedo los 37 millones que costará la cita atlántica de este mes en nuestro país. Olvidan, claro, que fue en el Consejo de Ministros del 26 de abril pasado, en el que se autorizó a Exteriores a la organización del acto sin que los ministros morados pusieran entonces objeción alguna. Hoy, sin embargo, la coalición de izquierda radical argumenta públicamente que esos millones estarían mucho mejor invertidos en educación y salud. Y, sin embargo, y en plena guerra de Ucrania, aquí al lado, en las mismas fronteras de la UE, no piensan lo mismo -pongamos por caso-, de los aproximadamente 5 000 millones anuales que el ministerio de Igualdad tiene presupuestados para este y los siguientes ejercicios. Todo es cuestión de valores. Y de cinismo, claro. Una materia a la que se ha venido recurriendo día sí, día no, durante estos últimos cuatro años de gobierno Sánchez.

La permanente imagen de división interna que, año tras año –recordemos ahora que Sánchez “descansó” cuando su vicepresidente primero, Pablo Iglesias, dimitió tras el fracaso de su partido en las elecciones autonómicas de Madrid-, ha ido creciendo en el seno del gobierno Sánchez. Esa circunstancia no solo perjudica la imagen del ejecutivo, sino que dificulta enormemente la gobernabilidad del país en un momento de crisis económica profunda y dentro de un contexto de máxima tensión bélica en las mismas puertas de Europa.

Los mensajes anti OTAN de la facción podemita del gobierno y esos alegatos buenistas en pro de una pretendida “Cumbre por la Paz” no son más que la manifestación de apoyo a la figura de Putin y el rechazo de la postura y las acciones de la OTAN y de la UE en el conflicto que la invasión rusa ha provocado en Ucrania. ¿Cómo es posible que puedan seguir formando parte del gobierno de un país de la UE personajes como estos? Más aún en un momento tan crítico para toda Europa en donde se hace más necesario que nunca que los estados aporten un porcentaje mayor de su presupuesto en defensa.

Con ministros tan peculiares como estos, que actúan a la vez como gobierno y oposición, es imposible mantener la estabilidad que el momento histórico requiere. Y si el presidente no puede proporcionar un mínimo de coherencia y apoyos estables en el gobierno de la nación, su obligación legal y moral es la de convocar cuanto antes nuevas elecciones y que sea de nuevo el ciudadano quién otorgue con su voto la confianza y el apoyo necesarios al líder que considere más adecuado para hacer frente a los tiempos que corren.

Ya sé que nada de esto va a suceder y que, probablemente, Pedro Sánchez opte por el camino de la resiliencia, en el que se ha especializado, hasta agotar la legislatura a finales del año que viene. Pero, mientras se pueda, seguiremos ejerciendo la libertad de expresión para denunciar, negro sobre blanco, la incoherencia y las contradicciones de un gobierno que más parece orientar sus políticas al país de las maravillas que al que en realidad le ha tocado en suerte gobernar. A un gobierno que, no solo mantiene en su seno ministros esperpénticos, sino que, además, permite que partidos que le apoyan desde fuera y que tienen responsabilidades de gobierno, como es el de la Generalitat catalana, gasten en sus embajadas cinco veces más que el presupuesto de la Casa Real, o se salte olímpicamente las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo o el Constitucional.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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