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Política exterior entreguista

Política exterior entreguista

jueves 22 de mayo de 2008, 07:10h

Mientras los gobiernos democráticos de la época 1958-1998 orientaron su acción según principios de sano nacionalismo liberador, la política del gobierno actual tiende, objetivamente, a debilitar la soberanía del país y a incrementar su vulnerabilidad.

El nacionalismo liberador de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins y Jaime Lusinchi se expresó en políticas de desarrollo económico diversificado en el marco de una colaboración leal entre el Estado y la empresa privada. Se concretó en la nacionalización de la industria petrolera, la creación de la OPEP y la solidaridad con el tercer mundo en búsqueda de mayor equidad en la relación Norte-Sur. En el plano hemisférico, se combinó la defensa de la democracia y de valores comunes a ambas Américas con una "firmeza sin desplantes" en las negociaciones con el Norte. Se apoyó de modo consecuente la integración regional y subregional latinoamericana y caribeña. Mantuvimos un conveniente equilibrio entre nuestras articulaciones geopolíticas hacia los cuatro puntos cardinales. En el entorno geográfico inmediato defendimos nuestros derechos territoriales o marinos y submarinos. Hoy, en cambio, Venezuela retrocede hacia una mayor dependencia ante factores foráneos. En contraste con el discurso oficial "antiimperial", la soberanía real ha caído por el debilitamiento del sector productivo interno: nunca antes la República ha estado tan dependiente de importaciones.

La dependencia del mercado petrolero estadounidense ha aumentado, a pesar de los proyectos de futura reorientación "estratégica" de nuestras exportaciones hacia "polos" nuevos. Por otra parte, se aplican diplomacias específicas de impacto entreguista.

El estilo muchas veces grotesco de los discursos presidenciales le quita a Venezuela la imagen de seriedad y el respeto que se merece. En segundo lugar, es peligrosa y contraproducente la amistad con terroristas y con déspotas. Un tercer error es la ruptura del equilibrio geopolítico regional: dar la espalda a México y Colombia para, de hecho, quedar bajo la tutela de Brasil. Por último, el país no perdonaría el abandono de la reclamación del Esequibo (que se formuló no por sugerencia yanqui, sino contra la opinión de Estados Unidos), ni de nuestra absoluta e incuestionable soberanía sobre la isla de Aves.

Demetrio Boersner
[email protected]
Venezolano. Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Ginebra (Suiza)
Analista y columnista de prensa

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