Resulta patético escuchar al ex presidente de la Asamblea Constituyente, Alberto Acosta, sostener que, si gana el No, se abrirá un período de inestabilidad... Y que se debilitará el poder presidencial…
Parecería que la estadía en Montecristi le ha impedido al ex presidente, puesto a un lado por sus antiguos compañeros, mirar y vivir las realidades del país en estos meses. La paralización total de las inversiones privadas y extranjeras, una inflación casi de dos dígitos en dolarización, el aumento notable del desempleo como resultado también de alguno de los célebres mandatos, la reducción constante y altamente preocupante de las ventas de bienes y servicios, salvo automóviles, por las facilidades de crédito existentes, y el gasto en espectáculos y diversiones...
La situación del país es grave y el Gobierno no quiere darse cuenta de ello. Con las contradicciones que han logrado ser parte integrante de su modus operandi, promueve un proyecto de Constitución imposible de ser conocido y discutido ampliamente por la comunidad, proyecto al que se ha sometido a más de 77 cambios desde su aprobación, según los veedores de la Fundación Konrad Adenauer, y que inclusive sufrió el lunes pasado un cambio de última hora en su preámbulo, donde invocaba a la "divinidad de las personas y colectividades…"
Posiblemente estar embebido por el poder pasajero al ser parte del Gobierno le impide darse cuenta que, en algunos años, no hemos tenido un período de tanta inestabilidad en el país.