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El gran circo

martes 09 de febrero de 2016, 13:26h

Uno, a veces, tiene la impresión de estar reviviendo aquella vieja película de Danny Kaye y Pier Angeli, 'Locos por el circo', en la que el payaso queda enaltecido como practicante de un arte noble (que lo es), en medio de las circunstancias más surrealistas. El circo se ha instalado en nuestras calles, que se pueblan de titiriteros, en las galas cinematográficas, que se llenan de carnavaleros, en las sedes de los partidos, repletas de ocurrentes, en algunos gobiernos autonómicos -estoy pensando, claro, sobre todo en el catalán- y hasta en el Congreso de los Diputados, devenido en una especie de sala de prensa masiva, enorme, que alberga los diálogos secretos que luego se hacen medianamente públicos ante la numerosa congregación periodística, que viene a ser el público. Cierto que Mariano Rajoy, a quien ya se ve que el espectáculo circense gusta poco, mantiene su adusta reserva, que le es innata, como un domador que se resiste a meter la cabeza en las fauces del bicho salvaje.

El circo es un mundo extraño, fascinante, no siempre veraz: como en la sorprendente magia de Jorge Blass, hay truco, pero qué importa. Hay algo de perverso en este país en el que los ‘memes’, tan graciosos algunos, de las redes sociales sustituyen al más mínimo debate en serio, y en el que las grandes diferencias no son programáticas –insisto: el papel hecho público por Sánchez podría ser asumido en buena parte por el PP-, sino personales: como en el número de los clowns discutidores por una nadería. Algo hay de podredumbre moral cuando se encarcela a dos titiriteros imbéciles a los que se acusa de terroristas, nada menos, y no se cesa a quien no vigiló si el contenido de la parodia de los bufones era o no conveniente para miradas de niños de seis años. Algo de ridículo si el gran obstáculo para que se encuentren el jefe del Gobierno (en funciones) y el líder de la oposición, creo que también en funciones y deseando pasar a otro estatus, consiste en saber dónde han de reunirse y a qué hora. Por fin parece que la función será el viernes, pero la premonición es el fracaso, por decir lo menos.

Tenemos payasos, tenemos trapecistas y transformistas, tenemos lanzadores de cuchillos -de estos, muchos-, ya lo creo que tenemos hienas, chacales y algún tigre -todos quisieran ser leones, pero hay que conformarse-, bastantes simios. Algunos critican al director de pista a la fuerza, que hace lo que le permiten los bandos municipales de la ciudad a la que el circo fue a parar, que son unos bandos que imposibilitan la sesión y que todos dicen que quieren cambiar, pero nadie cambia. Y hay elefantes: todos han entrado en la cacharrería, y ya verán la que van a armar, si nadie lo remedia. Menudo circo estamos, perdón, están, montando.

- El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'

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