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Un voto con sentido

jueves 25 de mayo de 2023, 18:13h

En el continuo que va desde la libertad total hasta la igualdad total, yo me muevo en un centro amplio que ahora detallaré. En el extremo Libertad Total reina la ley de la selva y en el otro, Igualdad Total, la desaparición del individuo a manos de la colectividad.

Mi centro es estructuralmente simple: mi libertad acaba donde empieza la de los demás; ser buen ciudadano es obligatorio y significa cumplir a cabalidad la ley; la opinión es libre y el arte amoral y con derecho a no ser juzgado por ello; debemos cuidar a los más desprotegidos, venerar la experiencia de los mayores y proveer sanidad, educación y pensiones para cada ciudadano.

Luego hay cuestiones coyunturales que me afectan, una Constitución mejorable, un sistema judicial que debería y podría ser casi plenamente independiente, un sistema electoral injusto, un porcentaje inaceptable de dinero no controlado por Hacienda y otro tan grande como inaceptable de gasto malo, inútil, de dineros que se pierden por las grietas del sistema, a veces por maldad de alguien y a veces simplemente porque hay una fuga no percibida.

No me gusta que los sistemas informáticos de las instituciones del Estado no estén interconectados bajo el mismo sistema operativo y no me parece bien que el sistema electoral premie y prime a minorías regionales que desequilibran el mandato de todos en las urnas.

No me gusta que el enfoque penal y penitenciario esté tan sesgado por la reinserción como objetivo ideal, o que algo tan serio y tan permanente como un Código Penal pueda ser materia de negociación política parcial.

Y, finalmente, hay consideraciones concretas, definidas en el día a día, y que varían de legislatura en legislatura, de año en año y que, una vez pasadas, dejan de estar presentes. Por ejemplo, el vertido del Prestige me preocupó mucho y determinó mi voto en su momento, hoy me siguen preocupando sus efectos secundarios, pero no es algo que importe en mi próximo voto.

Si lo que es estructural en mí hace que abomine de los extremos, son las consideraciones concretas las que pueden determinar mi voto por cualquiera del resto de opciones. Al fin, creo que son esos tres, cuatro, cinco millones de indecisos mal nombre, equívoco y tramposo los que eligen realmente a los parlamentarios y, por ende, al gobierno. Los llamamos indecisos porque no están entregados ciegamente a un partido, pero son los que deciden realmente.

En esta legislatura tengo muchas consideraciones concretas. Son las mías y no hay más, ni tengo que justificarlas ni mucho menos obviarlas. La mayoría de mis objeciones son contra el gobierno central y ahora se decide lo local. Pero un gobierno central con gobiernos autonómicos en sintonía con la oposición parlamentaria debilitaría su acción que considero mala y errática. Así que me planteo por un lado lo bien o mal que lo han hecho mi gobierno autonómico y mi alcalde y, por otro, cuánto debe pesar mi idea de complicarle las cosas al gobierno central.

¿Es injusto o raro? No, cada uno toma los ingredientes que necesita para preparar su voto. Se vota por los motivos más extraños, algunos hasta delictivos como acabamos de ver en Melilla: por fidelidad a un partido, para enrabietar al cuñado, por ganarse el afecto del jefe, por dinero, por rabia contra algo o alguien, por cualquier forma de clientelismo, porque estos van a cambiar la fiscalidad de mi profesión, porque aquellos van a construir un Instituto que me queda más cerca…

Yo veo las cosas que veo, y las interpreto con mis criterios que, al contrario de Groucho, no puedo cambiar porque no tengo otros. Soy solo un grano en un océano de votantes, una vez emitido mi voto solo será relevante si coincide con millones de otros electores. Y cada uno de esos electores habrá votado por los motivos más personales y diversos que podamos imaginar, distintos a los míos, la misma opción que yo. Y saldrán un gobierno autonómico y un alcalde, los que designe la mayoría o faciliten los pactos. Y, dentro de lo que quepa y el disimulo permita, harán lo que les dé la gana durante cuatro años.

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