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De la praxis futbolera en la Ley Campoamor

sábado 18 de junio de 2022, 16:01h

Es posible que alguien no recuerde, o lo haga vagamente, que la tan manida metáfora o trillado recurso retórico de que “todo es según el color del cristal con que se mira”, mayoritariamente utilizado como modelo y ejemplo de cualquier interpretación interesada u oportunista, remite a la aplicación de la llamada Ley Campoamor.

Por ello quizá convenga refrescar las memorias explicando que el espíritu de esta peculiar jurisprudencia popular se encuentra en los versos del gran poeta asturiano Ramón María de las Mercedes (Pérez) de Campoamor y Campoosorio: “Y es que en el mundo traidor / nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira”.

Y ahora vayamos a la praxis de dos miradas futboleras mediadas por distintos colores de cristal.

Muy recientemente, la editorial gallega Sushi Books ha tenido la benemérita idea de incluir en su colección un libro publicado en 1922 por el novelista, cantante, actor y periodista checo Eduard Bass, Klapzubova jedenáctka/ Los once de Klapzuba, retitulado ahora, en su primera versión en español un siglo después, como El equipo Chascadientes. Se trata de una obrita que no llega al centenar y medio de páginas, que el periodista Plàcid Garcia-Planas califica como “el primer cuento de hadas del fútbol europeo”, y que en algunos de sus capítulos remite a los encuentros disputados entre el club azulgrana y el Sparta de Praga, los días de Navidad y de Sant Esteve, 25 y 26 de diciembre, de 1921.

Portada del libro (Foto: Miguel Ángel Almodóvar)

El conjunto checo llegó a Barcelona precedido por una enorme fama internacional y promocionado por los organizadores del evento como “El equipo de las 61 victorias”, lo que generó tal expectación entre la afición local que los partidos se tuvieron que jugar en La Foixarda, el Estadi Català de Montjuïc, a donde acudieron más de treinta mil espectadores, una cantidad de público jamás vista en España para disfrutar de un partido de fútbol.

Los checos ganaron el día de Navidad por 2 a 3, pero perdieron al día siguiente por 2 a 0, con goles de Planas y Alcántara, los mismos jugadores que habían marcado en la víspera. El éxito del evento deportivo fue tal, que animó al primer presidente del club catalán, el suizo Joan Gamper, a emprender la aventura de levantar el estadio del Camp de Les Corts, cuya primera piedra se colocó un año después, el 19 de febrero de 1922.

De la primera mirada da cuenta el mencionado García-Planas recogiendo algún extracto de lo publicado entonces por los diarios La Vanguardia y Mundo Deportivo: “Los checos abusan del juego sucio, incurren en manos y el público empieza a chillar. Las artimañas deslucen su magnífico fútbol (…) Insisten en sus agarrones y los nuestros contestan de la misma forma (…) Emoción y violencia por ambas partes, especialmente por el Sparta”.

Y de lo general, a lo particular: “Alcántara va a chutar, pero Kolenaty le atiza una zancadilla. Dejándose llevar por los nervios, Alcántara comete la acción reprobable de emprender a patadas contra Kolenaty y tiene que interrumpirse el juego”.

En el libro, el periodista y cronista checo, lo ve con distinto cristal: “… en el segundo tiempo Alcántara estaba tan furioso que, sin ningún motivo, saltó con ambos pies sobre el pecho de Tonik. Se oyó entonces un tremendo estallido. Alcántara salió volando a unos diez metros y Tonik se quedó en medio del campo súbitamente adelgazado, con la camiseta colgando de él como el palo de una escoba”. Para acercarse a la comprensión de tan aparentemente absurda situación hay que explicar que el entrenador checo, que en la parte ficcionada por Bass es un campesino que durante años de animoso y decidido esfuerzo ha conseguido formar el prodigioso equipo con sus once hijos varones. Intuyendo el rústico las intenciones de aquel Barça pionero, ha pertrechado a sus jugadores con bandas de goma, trozos de neumáticos de automóvil, y gruesas piezas de caucho, convirtiéndolos en auténticos iconos Michelin, como puede apreciarse en las exquisitas ilustraciones originales de Josef Capek que iluminan el libro.

Tal y como le ve, lo imagina y narra Eduard Bass, la junta directiva del Barcelona se reúne con sus jugadores para definir una estrategia contra el equipo rival. La voz cantante la lleva el capitán Alcántara: “… lo mejor será dejarlos fuera de combate desde el principio. Todavía no he visto a un mediocampista que salvase la situación con una costilla rota”. El resto de la plantilla se muestra entusiasmado con la idea y hay quien pide más: “¡Mejor rompámosles tres! ¡Por si las moscas!”.

La cosa va subiendo de tono hasta que el presidente del club razona: “… me conmueve profundamente vuestro noble afán por garantizar la victoria de nuestros colores. Pero no es todo tan fácil como os parece a vosotros. Si acabásemos con todos, no podríamos marcarles ni un solo gol”. Los jugadores no acaban de entender y el directivo se explica: “Señores, lo siento, pero no les marcaríamos ni un solo gol (…) ¡porque estaríamos todo el tiempo en fuera de juego!”.

El libro, una delicia de lectura, continúa con las peripecias del Chascadientes por el largo y ancho mundo del fútbol de la época, pero tras lo escrito que antecede, procede detenerse en la andadura real del único jugador del Barça al que cita el autor, Paulino Alcántara Riestra, nacido en Iloílo, Filipinas, en 1896 (de madre filipina y padre militar español), dos años antes del gran desastre colonial en el que España perdió de una sola tacada el archipiélago asiático, Cuba, Puerto Rico y la isla de Guam.

Trasladado de muy niño por su familia a España, Alcántara debutó en el Barça, con tan solo quince años, el 25 de febrero de 1912, y en aquel partido marcó tres goles, un hat trick que repitió en los siguientes dos encuentros en los que participó. Hasta 2014, y en el cénit del fenómeno Lionel Messi, siguió siendo el máximo goleador de la historia del club con 395 tantos en 399 partidos, incluidos oficiales y amistosos. Delgado y de apariencia casi enclenque, su disparo era potentísimo al punto de que en un partido con la selección española agujereó la urdimbre cordelaria de la meta del rival, lo que a partir de ese momento le valió el calificativo de “romperredes”.

Fue siempre un jugador limpio y caballeroso pero la historia se suele escribir en renglones torcidos y a veces incluso al revés, como lo hacía el gran Leonardo da Vinci, por lo que solo puede leerse usando un espejo o escrutando en el dorso de una hoja expuesta al contraluz, que es de lo que modestamente aquí se ha intentado tratar.

Pero lean, lean El equipo Chascadientes, que, entre el jocoso embuste y la historia real, nos traslada a un tiempo peculiar, llamativo y pionero del llamado “deporte rey”.

Miguel Ángel Almodóvar

Sociólogo y comunicador. Investigador en el CSIC y el CIEMAT. Autor de 21 libros de historia, nutrición y gastronomía. Profesor de sociología en el Grado de Criminología.

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