"Hemos hecho una plantilla de grandes jugadores de la que soy el único responsable. Les he maleducado y se han confundido. He actuado como los padres por darle lo mejor a los niños y hace que se confundan. Soy el único culpable.Con mi dimisión deben ver que lo único importante es el Real Madrid". ¿Recuerdan esta larga frase? La dijo Florentino Pérez en 2006 justo el día en que presentaba su histórica dimisión como presidente del Real Madrid tras un primer periodo en la entidad que duró 6 años. El del Madrid de los Galácticos. Ahora, 12 años después, la historia parece repetirse.
Zidane es el gran señalado ahora por hacer lo mismo que hizo en su día Florentino y por eso está en peligro. El gran error y el gran pecado que ha cometido el técnico francés ha sido sobreproteger a la plantilla, mimarla en exceso y hacer justo lo contrario que en su día hizo Mourinho: quitarles toda responsabilidad de los malos resultados, estando el Madrid ya a 16 puntos del Barça sin haber finalizado siquiera la primera vuelta.
Sin embargo hay culpas, y se depuran, ¿quién es el responsable si los jugadores no lo son? ¿El técnico? ¿La directiva? ¿Todos? El caso es que la presión para que el club acudiera este enero al mercado mercado de invierno para arreglar la plantilla, con carencias como en la delantera, se ha tomado como un reto interno. Zidane no quiere ceder para no reconocer errores en su planificación. Apenas se reforzó en verano y se niega ahora a fichar, porque sería reconocer sus errores y poner en la picota a algunos de sus 'mimados', como su compatriota Benzema, otro de los grandes señalados por la afición.
Periodistas, expertos y aficionados claman porque haya un fichaje que supla en el 9 a Benzema, y un portero con mayores garantías que las que ofrecen Keylor Navas y Kiko Casilla, ambos muy irregulares en su rendimiento. Sin embargo, nadie comenta cómo Zidane ha claudicado este año por las rotaciones que tan aplaudidas fueron el año pasado: ni Asensio ni otros jugadores reserva como Ceballos, Llorente, Borja o Theo están teniendo oportunidades, cuando los titulares fallan.
El madridismo tiene claro que si Zidane no fuera el protegido de Florentino y fuera un mito del club ya estaría en la cola del paro, como le ocurrió a Rafa Benítez recientemente, y a tantos otros. Sin embargo todos van teniendo cada vez más claro que la culpa es de los jugadores y un entrenador que se han cerrado en banda, haciendo una piña blindada a críticas y presiones de directiva y afición. Ronaldo es intocable y ejerce su liderazgo a fuerza de autoridad, cuando en otras circunstancias habría comido ya mucho banquillo por su bajo rendimiento. En Vigo apenas existió, cuando Bale se deslomó. Marcelo está más fuera, en otro planeta, que en la Tierra. Varane no ejerce de líder de la defensa cuando no está Ramos. El centro del campo, otrora un sistema de relojería suizo es un auténtico despropósito, con Casemiro, Kroos y Modric perdidos y muy irregulares. Isco comenzó el año enchufado y actualmente no se centra y apenas supone peligro arriba.
La decisión cerrada de Zidane de no aceptar fichajes es para calmar a un vestuario que no quiere romper esa piña y sufrir fracturas, protegiendo a jugadores muy queridos como Keylor. El vasco Kepa ya estaba fichado pero la exigencia del entrenador de no meter a nadie nuevo pospone su llegada a Madrid, al menos al verano.
Y mientras, la directiva tiembla: sabe que si se confirma la debacle en Europa, con un PSG fortísimo que amenaza con cortar en octavos de final la participación blanca en Champions, la temporada no se salvará ni con un título de Copa. Florentino tendría que hacer limpia, regenerar la plantilla y, seguramente, dejar de contar con Zidane. El deseado ahora sería Mauricio Pochettino. El nuevo juguete deseado por el caprichoso presidente del Real Madrid.
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