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'Los días felices' y la angustia de la existencia
(Foto: Marcos Gpunto)

'Los días felices' y la angustia de la existencia

domingo 01 de marzo de 2020, 10:27h

Pablo Messiez dirige en el Teatro Valle-Inclán de Madrid ‘Los días felices ‘, del irlandés Samuel Beckett, a partir de la traducción de Antonia Rodríguez Gago, con Fernanda Orazi como Winnie, la protagonista del angustioso drama, y Francesco Carril como Willie, su desnortada pareja. El montaje puede verse hasta principios de abril y es un brillantísimo ejercicio de dirección e interpretación que encandila al espectador de principio a fin del montaje.

El texto de Beckett es medido, preciso, científica y matemáticamente levantado sobre un montón de palabras escogidas, necesarias, punzantes y heridas antes de salir de la boca de Winnie, magistralmente interpretada por una Fernanda Orazi que da toda una lección de expresión y de dicción porque las pronuncia en el tono y el timbre justos, las entrecorta, las difiere, las acelera, las suspende, las hace evocación, las tiñe de saudade, de matices y de antigua emoción durante hora y media. Y todo para pasar del humor a la desolación, de la ilusión al desgarro, de la delicadeza al ridículo, en una propuesta beckettiana que se propone trasladar al espectador el absurdo de la existencia y el lento, pesado y contundente paso del tiempo.

Estupendo también Francesco Carril interpretando a un Willie que se mueve confuso y desnortado entre los escombros como un zombi, que grita, que aparece y desaparece como si fuera un espectro, que deambula entre ese montón de cascotes como si no hubiera un mañana.

La inacción que el espectador vive y sufre con la protagonista, sucede en la propuesta escénica de Messiez sobre un montón de escombros, sobre los que reina una Winnie inmóvil de cintura para abajo en la primera parte del montaje, ataviada con un ceñido y sensual vestido negro adornado por lentejuelas, collar de perlas en el cuello, y con sus brazos y hombros descubiertos. En la segunda parte, es solo su cabeza la que sobresale de ese acopio de desechos, coronada con una peluca rubia –tipo Marylin Monroe-, fuertemente maquillada y haciendo todo un concierto de acertados, justos, expresivos y atinados gestos para acompañar el siempre anodino discurso del personaje. Todos esos cascotes de obra, de los desechados en cualquier contenedor situado delante de nuestros domicilios, y la indumentaria de los personajes son obra de Elisa Sanz. Poderosísima imagen para contener un mensaje tan pesimista y dramático de la existencia humana.

La obra sin trama de Beckett centra su inacción en trasmitir el lento y pesado paso del tiempo. Crucial para ello la luz de Carlos Marquerie, que va del amarillo cegador del mediodía al rosado y rojo del atardecer hasta fundirse en el negro de la noche; el cielo oblicuo que cae sobre personajes y escombros como una pesada losa únicamente decorada con unos soles de diversos tamaños que se mueven imperceptiblemente y la animación creada por David Benito.

Desde que en 1963 Maruchi Fresno interpretase por primera vez en España a Winnie, muchas otras grandes actrices lo han encarnado: desde Isabel Ordaz, Elisa Gálvez o Rosa Novel. Ahora es la argentina Fernanda Orazi, actriz espléndida que aquí alcanza el cielo de su carrera interpretativa en un montaje dirigido por el mejor Messiez, el que busca el detalle minucioso, el que hace del gesto o del objeto más despreciable el eje de su mensaje estético. Imprescindible.

‘Los días felices’

Texto: Samuel Beckett

Traducción: Antonia Rodríguez Gago

Versión y dirección: Pablo Messiez

Reparto: Fernanda Orazi y Francesco Carril

Escenografía y vestuario: Elisa Sanz

Iluminación: Carlos Marquerie

Espacio sonoro: Óscar Villegas

Ayudante de dirección: Javier L. Patiño

Fotografía: marcosGpunto

Diseño de cartel: Javier Jaén

Teatro Valle-Inclán, Madrid

Hasta el 5 de abril de 2020

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