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'Tratando de hacer una obra que cambie el mundo': una parodia crítica y autocrítica de La Resentida sobre el papel del teatro en la sociedad
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'Tratando de hacer una obra que cambie el mundo': una parodia crítica y autocrítica de La Resentida sobre el papel del teatro en la sociedad

viernes 16 de noviembre de 2018, 19:07h

“Somos una generación que no le ha pasado nada…”. Así comienza y termina el divertido, ácido, mordaz, provocador, lúcido, crítico y autocrítico montaje de la compañía chilena de teatro, La Resentida, que el viernes 15 abrió el XXXVI Festival de Otoño de Madrid en los Teatros del Canal y que, hasta el 2 de diciembre de 2018 presentará en diversos escenarios de la capital 21 espectáculos de distintos géneros y formatos, y 5 laboratorios de creación de artistas de 15 nacionalidades distintas. Si lo que nos queda de Festival discurre por caminos tan frescos, tan libres, tan reflexivos y, al mismo tiempo, tan divertidos como los que ha marcado La Resentida en su montaje, estamos ante una edición que dejará huella entre los espectadores de la capital.

Imaginad a cinco apasionados, vehementes y convencidos miembros de una compañía de teatro (estupendos Carolina Palacios, Pedro Muñoz, Benjamín Westfall, Nicolás Herrera y Eduardo Herrera), encerrados en un sótano durante varios años, imaginando, construyendo, levantando un ambicioso espectáculo, a las órdenes de un director, Marco Layera, con las más altas pretensiones de cambiar profundamente las conciencias, los prejuicios y las más íntimas convicciones de todos los espectadores a los que va dirigido y, como consecuencia inmediata, a las estructuras sociales y políticas burguesas de las que todos ellos forman parte. Todas las discusiones, toda la imaginación, todos los desvelos, las diatribas, las dudas, las preguntas, las revisiones y las discusiones a las que se someta la idea original, el proyecto de su puesta en escena y su texto son pocas ante una obra de creación de tan ambicioso recorrido.

Lo difícil es hacer tantas cosas a la vez sin que, en el intento, no acaben tocadas hasta las mismas bases ideológicas que mueven al grupo. Más aún después de recibir en el local de ensayos una carta que proviene del exterior, en la que se informa que un nuevo gobierno ha llegado al poder y ha erradicado ya la pobreza y las injusticias sociales de todo tipo en Chile. Esa falta de argumentos, de objetivos claros, de pronto, desequilibra a los intérpretes y les deja sin objetivos concretos y los egoísmos, los sueños de poder y grandeza y las contradicciones de la compañía salen muy pronto a la luz.

Discurren así por la escena reflexiones que van desde el papel del teatro, su vocación transformadora de la sociedad, la necesidad de buscar que las utopías puedan cristalizar en realidades alguna vez, la limitación de las ideologías y las creencias comúnmente sostenidas y hasta la descabellada idea de que todo eso pueda comenzar a ser resquebrajado, tocado y hasta hundido partiendo de lo que idea una modestísima compañía de teatro, por muy provocadores y pretenciosos que sean sus principios.

La crítica y la autocrítica discurren durante hora y media de discusiones, proyectos, análisis, ensayos y revisiones, tan cargados de humor que, muy pronto, La Resentida consigue que el espectador se sienta tanto parte del público a quien van dirigidas sus ácidas andanadas, como seguidores virtuales de la compañía que las genera y que las lanza al aire sin muchos miramientos. El resultado es un montaje inteligente, comprometido, divertido, autocrítico y profundo a la vez, que el público madrileño supo entender y premiar el día del estreno con un prolongadísimo aplauso, que obligó a los integrantes de la compañía a salir a saludar varias veces, una vez concluido el espectáculo.

Sobre un escenario que apenas contiene una mesa en el centro, y unas cuantas sillas a su alrededor, montones de libros apilados en el suelo y con la pared del fondo repleta de fotografías y recortes acumulados a lo largo de tanto tiempo, los actores -que permanecen durante todo el espectáculo en escena-, gesticulan, saltan, gritan, se enfrentan, cantan, sueñan, se ilusionan, se hunden y, en todo caso, no paran de moverse sobre el escenario en un constante esfuerzo vocal, gestual y físico encomiables.

La propuesta metateatral de La Resentida rompe desde el primer momento la cuarta pared y varios intérpretes se adentran en el patio de butacas buscando su complicidad y transgredir, de paso, algunos convencionalismos con los espectadores, sin que ninguno de ellos provoque el escándalo entre el público del Festival, sino todo lo contrario. Los comentarios de aprobación que podían escucharse en los numerosos corrillos que se forman tras el final de la función corroboran la impresión de libertad, de humor y de frescura de una propuesta como esta, que es la que trata de trasladar a tu ánimo quien esto firma.

En definitiva, un montaje que parodia los principios sociales y políticos de la sociedad chilena –y, por extensión, de toda la sociedad occidental-, que parece haberse quedado huérfana de ideales, de verdades indiscutidas e indiscutibles. Imprescindible.

‘Tratando de hacer una obra que cambie el mundo’

Dramaturgia: La Re-sentida

Dirección: Marco Layera

Intérpretes: Carolina Palacios, Pedro Muñoz, Benjamín Westfall, Nicolás Herrera y Eduardo Herrera

Diseño integral: Pablo de la Fuente

Diseño de vestuario: Carolina Sandoval

Jefe técnico: Karl Heinz

Técnico de sonido: Alonso Orrego

Asistente de escena: Carolina de la Maza

Distribución y producción delegada: Carlota Guivernau

Festival de Otoño de Madrid

Teatros del Canal, Madrid

15, 16 y 17 de noviembre de 2018

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