Ureña, que nada pudo hacer con el inválido y cadavérico primero, se desquitó sobradamente con el del indulto, con el que ya brillo en el recibo con verónicas y un quite por ajustadas gaoneras. Luego llegó la explosión de toreo por ambos pitones en mandonas series, siempre con la muleta a rastras, de bella inmarcesible y profundidad oceánica rematadas con trincherillas y adornos varios. Y todas ellas ligadas en un palmo de terreno, emborrachándose de toreo y calando en las fibras sensibles de los espectadores.
En vista de lo cual, y escuchando -y provocando-, sus gritos para que no lo matase, montó un feo teatro con el palco de cómplice bochornoso, porque ‘Diablillo’, con la casta justa, nobleza supina y que iba y venía obediente a la muleta, no cumplió en el caballo, que es donde se demuestra la bravura, que el bicorne no tenía. Es verdad que tras sacar el pañuelo naranja Joaquín Coy, siguió toreando el lorquino afincado en Albacete a ‘Diablillo’ para satisfacción del cotarro.
Roca Rey, que tuvo el gesto de no caerse del cartel a pesar del palizón del día anterior en Valladolid y acudió con varias costillas contusionadas, no se dejó ganar la partida estadística, y tras una faena vulgarona y efectista a su anterior, basada en circulares y efectos pinguís, con el óbolo de una oreja, la repitió entregadísimo con mayor intensidad con el quinto también con un punto de codicia, aunque lejos del arte de Ureña, con facilidad pasmosa y pases de todas las marcas. También montó el feo teatro buscando el indulto, que esta vez no coló, pero sirvió para una excesiva vuelta al ruedo al animal.
Difícil tenía la papeleta en el último, ya sin casta, aunque con movilidad sin fondo, Manuel Caballero, polémico, y barato, sustituto del anunciado Morante. Pero los paisanos querían sacarlo a hombros después y el toricantano albacetense salió arrancado ya con el percal, y con la flámula también comenzó con clasicismo hasta que el animal se vino abajo y él apostó por el encimismo entre los pitones y hasta un desplante. Como tras un espadazo desprendido el bicorne cayó, echó en su esportón la oreja que le faltaba para acompañar a sus colegas por la Puerta Grande.
Y es que, asentado y tranquilo, se lució en fases de su primera faena que le valió para otro trofeo en el de la ceremonia. Por cierto, con inédita anécdota, pues Ureña en vez de cederle los trastos al nuevo doctor, se los dio a su padre el exmatador de mismo nombre -de paisano sobre la arena ¿…?- y éste a su hijo convirtiéndose en el 75ª matador de toros de la tierra. En fin, desarrollo y final casi feliz de la funcón, porque faltó el usía a hombros.
FICHA
Toros de DANIEL RUIZ, de justa presencia, nobles y flojos, con 2º, 3º y 6º descastados, y 4º (indultado) y 5º (premiado con vuelta al ruedo), con casta. PACO UREÑA: silencio; dos orejas y rabo simbólicos. ROCA REY: oreja tras aviso; dos orejas tras aviso. MANUEL CABALLERO, que tomaba la alternativa, oreja; oreja. Los tres salieron a hombros. Plaza de Albacete, 13 de septiembre, 6ª de Feria, lleno de ‘no hay billetes’.