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'Siempre me resistí a que terminara el verano', de Lautaro Perotti, siembra de nostalgia el escenario del Marquina

jueves 10 de diciembre de 2015, 13:37h
'Siempre me resistí a que terminara el verano', de Lautaro Perotti, siembra de nostalgia el escenario del Marquina
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La vuelta a casa y el encuentro con uno mismo es el eje de la historia que se cuenta en ‘Siempre me resistí a que terminara el verano’ escrita y dirigida por el argentino Lautaro Perotti, que viene representándose en el Teatro Marquina de Madrid desde noviembre pasado.

Raúl, un escritor de novela con cierto éxito en su ópera prima que ya no ha vuelto a reeditar, regresa a su pueblo para enterrar a su madre después de más de veinte años de ausencia; le acompaña su amigo de la infancia, y representante literario, Andrés, y allí se encuentran con un tercer amigo, José Antonio, que aún sigue viviendo en el pueblo. Un bar, el «Caimán», y una prostituta, Isabel, con la que los tres despertaron a la sexualidad, es el imán que atrae a los tres amigos en un viaje que sobre el escenario dura unos 90 minutos y que, como siempre en estos casos, saca a flote lo más íntimo de la personalidad de cada uno de ellos: sus virtudes, sus defectos, sus anhelos, sus frustraciones, sus sueños y la firmeza o relajación de sus relaciones personales y familiares.

El elenco de la obra lo forman cinco actores aún jóvenes, pero con una dilatada experiencia sobre el escenario o ante la cámara: Pablo Rivero, Andrés Gertrúdix, Estefanía de los Santos, Unax Ugalde y Samuel Viyuela -que, en determinadas funciones, como en la que nosotros asistimos, sustituye a Santi Marín-. Todos ellos se enfundan la piel de sus personajes, aunque quizás sean los que encarnan estos dos últimos actores (José Antonio y Diego, el empleado de la funeraria) los más agradecidos.

Tras ‘El intérprete’, esta es la segunda producción de Factoría Madre Constriktor, a la que también está vinculadoAsier Etxeandía, autor e intérprete de ‘Su forma de andar’, la canción original creada para el montaje y que, además, se ocupa del espacio sonoro.

La emoción, la nostalgia, y cierto dramatismo recorren la obra de principio a fin bajo una lluvia intermitente y molesta que solo al final deja paso al sol y al sonido campestre de la chicharra. Todos son ingredientes infalibles para que una obra resulte amable y entretenida, y más aún si -como esta- está salpicada de humor en los momentos en que el diapasón de lo dramático sube uno o dos tonos a los habituales por donde transcurre la obra.

La escenografía de Mónica Boromello ha dividido en dos partes el escenario. La derecha la ocupa el bar “El Caimán”, algo viejo y medio destartalado, como Isabel, la madura prostituta que lo regenta desde hace más de 20 años, que perfuma obsesivamente el establecimiento con un ambientador de rancio olor a chicle, y que está situado a las afueras del pueblo, muy cerca del río. En la otra mitad, el césped -que cubre todo el campo-, crece salvaje con tanta y tanta lluvia como cae en la zona, cercado por un amplio arbolado, tras el cual fluyen serenas las aguas del río. Sobre ese campo de hierba los personajes revivirán sus momentos de asueto con una pelota de fútbol, haciendo esas pachangas improvisadas que servían de desahogo o de ruptura de los momentos de discusión en la pandilla… O, como demuestra una fotografía aún en poder de Isabel, el testigo de una huída desesperada del bar de los tres amigos que, aún desnudos, trataban de evitar ser reconocidos en un lugar tan prohibido por la moral y las buenas costumbres del pueblo, como visitado por ellos.

La iluminación de Carmen Martínez y el vestuario de Ana López Cobos contribuyen también a crear un ambiente real en una historia llena de nostalgia por un tiempo perdido, que ya no volverá como los tres amigos descubren con el dolor que provoca siempre el paso de los años.

Y, para complementar esta crítica, no estaría demás escuchar unos minutos -no más de cinco- la visión que el mismo autor y director, Lautaro Perotti, nos daba sobre ella en una entrevista que manteníamos en MDCTV, la televisión por internet de este diario digital:

‘Siempre me resistí a que terminara el verano’

Autor y director: Lautaro Perotti

Intérpretes: Pablo Rivero, Andrés Gertrúdix, Estefanía de los Santos, Unax Ugalde y Santi Marín/Samuel Viyuela

Teatro Marquina (Madrid), hasta el 13 de diciembre de 2015

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