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Enrique Ponce muletea a su segundo toro
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Enrique Ponce muletea a su segundo toro (Foto: Luis Sánchez Vizcaíno)

Albacete: las figuras defraudan y Álvaro Lorenzo también

martes 10 de septiembre de 2019, 21:40h
Ya se sabe que como tantas veces, demasiadas veces, el peor de los tópicos se cumple. Sí, aquel que espeta lo de corrida de expectación, corrida de decepción. Y, orejitas aparte, es un resumen perfecto de lo que aconteció este martes en Albacete, con dos consagradas figuras en el cartel, Enrique Ponce -que sustituía a Roca Rey- y El Juli, y uno de los casi nuevos, Álvaro Lorenzo, que defraudaron a partes iguales. Eso sí, la única noticia positiva fue que tras muchos años de desafueros, el ganadero Daniel Ruiz echó una corrida presentable.

Aunque el trapío es otra cosa, más cuestión de armonía que de kilos, el encierro, grandón, estaba compuesto por unos torazos, quizás fuera de tipo, pero muy ofensivos en general. También otra cosa es la casta, de la que andaban ayunos en líneas generales, salvo el que abrió función. E igualmente otra cosa es la fuerza, que como en el tema de la bravura, ‘idem eadem idem’. En cualquier caso, es una de las divisas predilectas de esos eternos mandamases del escalafón, por lo que sobraban algunos gestos justificativos de Enrique Ponce y Juli cuando sus enemigos se acababan pronto o, sin llegar a ser inválidos, aguantaban a duras penas en pie.

Mas no se crea que con lotes tan cómodos de comportamiento bordaronel toreo ambas figuras. Quia. Ponce no estuvo a gusto con su primero -¿sería por sus afiladas navajas albaceteñas en forma de cuernos?, ¿sería por el punto mínimo de codicia del animal?- al que aplicó su habitual teletoreo, engorrinado con multitud de enganchones y con el que hizo el ridículo a la hora de matarlo, pues amén de perder la muleta, huía despavorido hasta que lo cazó con alevoso bajonazo.

Con el otro, que brindó al respetable, siguió con su toreo a distancia, esturreando pases por todo el ruedo, siempre donde quiso el animal. Eso sí, hubo cierta plástica en algunos, aunque el resumen es que fue la casi nada envuelta en elegante papel de celofán, con la que conquistó el alma cándida de parte del público. Hasta el punto de que le pidieron la segunda oreja, pero Genoveva Armero, esa presidenta que está dando categoría a la plaza, no tragó. Lo que es una buena forma, entre otras, de darle esa categoría.

El Juli vio como se lesionaba el segundo de la tarde y pechó con el sobrero, que llegó rebrincadito y defensivo a la muleta y el madrileño anduvo por acá y por acullá sin interesar a nadie. Algo mejoró con el otro en una labor de mayor quietud e intentos de ortodoxia por ambos pitones, que tampoco caló en el cotarro, ni en la banda de música, que tras aguantar una mirada poco afectuosa del torero se arrancó a tocar casi al final, antes de que el madrileño marrara hasta en su especialidad truquista de el ‘julipie’.

La otra orejita se la llevó en el tercero, un animal de casi seis años, Álvaro Lorenzo, por una labor desangelada y también ventajista salvo el arrimón final. Se suponía que el toledano iba a salir a revientacalderas con el último buscando la puerta grande –en realidad habra sido puerta chica-, mas no. Triste y conformista se aburrió casi tanto como el público que le solicitó que acabara pronto con semejante tostón.Y el toledano fue obediente.

FICHA

Toros de DANIEL RUIZ, bien presentados en cuanto a volumen, ofensivos y astifinos, flojos, noblones y descastados, excepto el primero. ENRIQUE PONCE: silencio tras aviso; oreja tras aviso. EL JULI: ovación; ovación tras aviso. ÁLVARO LORENZO: oreja; palmas. Plaza de Albacete, 10 de septiembre, 3ª de abono. Algo más de tres cuartos de entrada.

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