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Alfonso y Carlos González Pisón, actuales dueños de la Cervecería Alemana
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Alfonso y Carlos González Pisón, actuales dueños de la Cervecería Alemana (Foto: Muriel Feiner)

La legendaria Cervecería Alemana cumple 120 años de historia, tradición, ambiente y calidad

sábado 06 de abril de 2024, 11:50h
La mítica Cervecería Alemana acaba de celebrar su 120 cumpleaños en el Barrio de las Letras, en el corazón de Madrid, y no ha cambiado mucho desde sus comienzos. Su larga historia empezó cuando un grupo de empresarios alemanes se reunieron para abrir un establecimiento, casi como un club privado, para que pudieran disfrutar de los alimentos de su país de origen que echaban de menos; sobre todo, la cerveza. Por entonces, la bebida que se acostumbraba servir en todos los bares y tabernas españolas en aquella época era el vino. De hecho, se creó la primera fábrica de cerveza en España, que era de la marca “El Águila”, precisamente por esas fechas. Es importante destacar que Valle Inclán llamaba a la plaza de Santa Ana, 'La de la Cervecería, pensando en 'La Alemana, en el número 7, tan llena de historia, tradición, ambiente y máxima calidad en productos y servicio.

La inauguración oficial tuvo lugar el 30 de marzo de 1904 y su larga historia está salpicada de jugosas anécdotas. Servían las jarras de cerveza de barril con unos sándwiches de pasta de salmón, langostinos, anchoas y sardinas, que suena un aperitivo algo caro, y el menú incluía asimismo salchichas de Fráncfort, chucrut, foie gras, bocadillos de faisán, corzo, liebre, anchoas...-, y para postre: pasteles y cacao Suchard. La Alemana fue la primera cervecería en toda Madrid, seguida por la Cruz Blanca unos años después, y la de Santa Bárbara.

En 1924, el asturiano Ramón González Peláez adquirió La Alemana y así nació una “dinastía´” dedicada a la hostelería con entrega y cariño a través de tres generaciones, la última por medio de una corporación, a nombre de los hermanos González Pisón. La Alemana ha sido testigo casi directo de todas las vicisitudes, acontecimientos y transformaciones que ha experimentado la capital y, por ende, el país, y supo amoldarse a los tiempos, convirtiéndose en el lugar de reunión de todos los sectores de la sociedad, desde políticos, escritores y filósofos, hasta estudiantes, artistas y toreros, sobre todo, en la época cuando se estilizaban las tertulias.

Esa diversidad de clientela se debe a distintos motivos. Por su cercanía al Congreso, construido en 1843, los políticos de todas las tendencias tenían costumbre de citarse en La Alemana para cambiar impresiones. Lucio Burgos Céspedes, el anterior encargado ya jubilado, que sabe toda su historia, dijo que casi se fraguaba la Segunda República aquí porque Indalecio Prieto solía reunirse en estos velorios con sus amigos y colaboradores. El dueño Ramón González era aficionado a los toros y amigo personal de muchos toreros como Joaquín Rodríguez Cagancho, Rafael El Gallo, la familia Bienvenida y la dinastía Dominguín. Lógico era en parte porque El Gallo había nacido en la cercana calle de Los Madrazo y la familia Dominguín tenía su casa en la calle Príncipe, 35.

Toreros y escritores

También el motivo de la taurinísima historia de la Cervecería se debe al hecho de que los toreros solían hospedarse en el Hotel Victoria, situado en el lateral oeste de la plaza de Santa Ana y las oficinas de los empresarios de la plaza de toros de Las Ventas estaban en la cercana calle Victoria, núm. 9, transformando el Barrio de las Letras también en el “Barrio de los Toros”.

Con el Teatro Español a la derecha,era normal que se reunían aquí los dramaturgos, incluyendo los de la Generación del 27, como Don Ramón de Valle Inclán y Jacinto Benavente. De cara al teatro se erige la estatua del escritor, poeta y dramaturgo Federico García Lorca, con una paloma en las manos, obra de Julio López, instalada en 1986, mientras que Pedro Calderón de la Barca, que vivió en Madrid desde 1600 a 1681, domina el otro lado de la plaza delante del Hotel Reina Victoria, desde 1880.

También acudían los actores y artistas tras terminar las funciones en los muchos teatros de la zona, como Paco Rabal,el cantaor de flamenco Enrique Morente y su hija, Estrella, con su marido el torero Javier Conde, Soleá y Kike Morente, Fernando Conde... Como el Ateneo se encuentra en el número 23 de la calle Prado que desemboca en la plaza de Santa Ana, jóvenes estudiantes ponían rumbo a la cervecería para repasar notas, intercambiar apuntes o simplemente ligar.

No se puede hablar de La Alemana sin mencionar al premio Nobel Ernest Hemingway, que era el responsable en parte de su fama internacional, ya que lo recomendó en su reportaje El Verano Sangriento, publicado inicialmente en la revista norteamericana LIFE en tres entregas en septiembre de 1960 como: “Un buen sitio para tomar cerveza y café.” El propietario no profesaba gran afecto por el escritor que vino a España en múltiples ocasiones, incluyendo como corresponsal para cubrir la Guerra Civil, y allí en la mesa al lado del ventanal empezaba a escribir su novela 'Por quién doblan las campanas', cuyo héroe era un americano que luchó en la Brigada Lincoln.

Hoy en día se mezclan“nativos” con turistas, porque el ambiente del local invita a entrar. Se ha variado muy poco la decoración desde que se abrió por primera vez: las paredes de madera, el bello artesonado, la típica barra y los velorios, las mesas con tapa de mármol. Llama la atención el reloj de pared, que aún tras 120 años sigue marcando la hora con precisión. Si parece mal colgado, no es porque uno ha bebido más de la cuenta; está torcido porque si se lo pone derecho, se para.

Durante la guerra civil cayó una bomba en el bar que destruyó la antigua chimenea prusiana, la cristalera bávara emplomada, el suelo de madera y los baños en el piso de abajo, pero todo lo demás permanece casi igual. Tras 48 años en La Alemana, Lucio atesora infinidad de anécdotas, sobre todo de la gente del toro que se reunían aquí para negociar, firmar contratos, celebrar triunfos o ahogar fracasos.

La Gardner, Dominguín, El Fary y otros famosos

Ava Gardner visitó el local en más de una ocasión. Es notoria la famosa anécdota de que Luis Miguel Dominguín,tras su primer encuentro amoroso con la actriz, en el Hotel Castellana, se levantó repentinamente de la cama y empezó a vestirse. “Pero, ¿dónde vas?, preguntó ella y el torero respondió: “A contar a todo el mundo que he hecho el amor con Ava Gardner”. Pues, Lucio añade otra anécdota parecida:“El cantante José Luis Cantero El Fary era también gran amigo de la casa y en sus comienzos conducía un taxi cuando no tenía suficientes contratos para actuar. Él, que era bajito y no muy agraciado de cara, pero simpático un montón, vino un día, jactando: ‘Yo también he pasado toda la noche con Ava Gardner… Me pidió que la llevara en mi taxi de un club nocturno a otro hasta que saliera el sol.’”

También hay que hablar del artista Pepe Puente que tenía su estudio y vivienda en el ático del mismo inmueble y que ha dejado en el local tres maravillosos óleos en la pared del fondo. Era un gran artista, pero muy bohemio y si le faltaba dinero en efectivo, saldaba sus cuentas en el bar con un dibujo. Parecido acuerdo tenía el notable escritor y guionista de cine, Perico Beltrán, que cuando cobraba 1.000 pesetas por un trabajo, lo “ingresó” en la caja de La Alemana, diciendo al dueño: “Cada vez que tome algo, lo vas deduciendo de mis ahorros… y me avisas cuando estoy quedando sin aval.”

Y, para terminar, hay que hacer mención del variado menú de la Cervecería Alemana, que, aunque sea menos “alemán” hoy en día, ofrece una carta bastante variada para satisfacer todos los gustos de su clientela, procedente de cada rincón del mundo, incluyendo sus más clásicas tapas: tortilla de patatas, ensaladilla rusa siguiendo una receta antigua, croquetas, jamón,empanadillas…

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