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'Oro': Díaz Yanes mete a los conquistadores en el corazón de las tinieblas

viernes 10 de noviembre de 2017, 08:57h
Agustín Díaz Yanes ha vuelto a la dirección, tras un parón de nueve años, con una película basada en un relato inédito de Arturo Pérez-Reverte, cuyo espíritu sobrevuela todo su metraje, siendo una historia con esos personajes que tanto le gustan al autor de 'Alatriste', gente tosca y desencantada, peones de un Imperio mal gobernado en el que la hidalguía y la infamia se mezclan continuamente. Es una película irregular en la que Díaz Yanes ha convertido la extraordinaria historia de los conquistadores en las junglas tropicales en una especie de Vietnam español con varias referencias a la enorme 'Apocalypse Now'.

El tono es claramente de 'western' crepuscular, con 'Grupo Salvaje' o 'Sin Perdón' en mente, aquí quien más quien menos es un hijo de puta, pero dentro de estos también hay rangos y gente con códigos muy distintos unos a otros. Es una historia, y unos personajes, cien por cien Reverte. Se nota el trabajo de documentación con las crónicas de Indias y aquel libro de referencia que fue 'La aventura equinoccial de Lope de Aguirre', de Ramón J. Sender, que también sirvió de base para otras dos películas, 'Aguirre, la cólera de Dios', de Werner Herzog, y 'El Dorado' de Carlos Saura. Pero Díaz Yanes no ha seguido mucho a estas y ha buscado su propia mirada, basándose en ese descenso al horror, ese viaje a las profundidades del infierno que propuso Coppola en 'Apocalypse Now', su particular revisión de 'El corazón de las tinieblas' de Conrad, llevándose la historia a Vietnam. Lo malo es que la comparación visual es evidente y 'Oro' no la resiste, toda la secuencia de Juan Diego parece robada de la fantasmagórica aparición de Dennis Hopper en la primera, llegando a vestirle igual. No hay la misma profundidad, aunque sí mucha violencia y horror.

También las une ser historias contadas por una voz en off, aquí el escribano real interpretado por Andrés Gertrúdix, pero en 'Oro' queda como un pegote que no ayuda a juntar el relato, pareciendo más bien una serie de escenas inconexas que, por momentos, terminan siendo repetitivas. Algo a lo que no ayuda que la jungla siempre parezca igual. En general es una película mucho menos intensa y con menos ritmo que la de Coppola.

Los actores están correctos, aunque en muchas ocasiones luchan con unos personajes demasiado arquetípicos. Es una pena lo desaprovechado que está Juan Diego, pero el cuarteto protagonista, compuesto por Raúl Arévalo, Óscar Jaenada, Bárbara Lennie y José Coronado cumple sin muchas estridencias.

Pero la película también tiene sus puntos fuertes, su historia y sus personajes tienen una clara denominación de origen, siendo una especie de Alatristes en las Indias, que sirven para retratar perfectamente las miserias de los españoles. Las historias de Pérez-Reverte siempre siguen las mismas máximas, cosas como que no hay nada más español que pegarse con otro español o esa sentencia que ya aparecía en el Cid que decía que "¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!". Aquí sus protagonistas siguen siendo duros de pelar cuando se juntan, lo que es menor parte de las veces, siempre vencidos por el afán por conseguir fama y fortuna, y, sobre todo, por ese cainismo tan apegado a nuestra naturaleza.

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