A la corrida de este martes se le había dado rango de gran acontecimiento por parte de la empresa y del Ayuntamiento, pues alardeaban del anuncio de Morante de la Puebla, pero el torero decidió, debido a su convalecencia, no reaparecer en esta plaza y hacerlo al día siguiente a muchos kilómetros, en la plaza de Melilla; sus razones tendría, médicas o de cualquier otra índole. Resultado, las expectativas de los espectadores parece ser que bajaron y sus sustituto, Pablo Aguado, otro torero del sur, de los que dicen con duende, no debió parecer tan atractivo, dado el mucho cemento que se veía en las gradas.
Una vez comenzado el festejo, eso sí, con retraso de cuatro minutos, y según fueron saliendo los bureles, se conformaban como ciertas las sospechas que a muchos aficionados les había surgido dos días antes, cuando se desencajonaron los del Conde de Mayalde, toros de escasa presencia, algunos chicos, y con escasa fuerza. A su favor, en su comportamiento fueron nobles, aunque con poca raza.
Y así es difícil meter en ambiente a cierto sector, que por aburrimiento, cada vez va siendo más minoritario, y que clama por el toro con trapío, fuerza y bravura; de aquí la división clara entre la afición, pues para la otra parte lo importante es el toreo-ballet, que el torero lo haga bonito, que este inspirado, sin importarles su colocación, distancias, ni el remate, arrancando sus oles desde el momento que se mueve la muleta hasta que acaba el lance, y qué más da si termina enganchado o doblando rodillas el toro. Que de todo eso hubo en esta tarde de gracia.
José María Manzanares es un torero que en los últimos años se anuncia en esta feria sin que haya tenido un triunfo rotundo, este año, más de los mismo, elegante en todo momento, sobre todo con el capote, y un toreo sin forzar y despegado con la muleta, esa fue su tónica ante dos toros de escasa presencia, flojos y de distinto juego, mejor su segundo. Mató de estocada baja, que trajo división de opiniones. En su segundo algo mejor, fino en las formas, pero despegado en la ejecución, y aunque mató de dos intentos y descabellos, se le pidió minoritariamente la oreja, lo que basta para que el usía tire de pañuelo y oreja al esportón.
A pesar de las facilidades que se daban y que en momentos de jalearon sus muletazos, Pablo Aguado, no arrebató, y el resultado fueron dos silencios tras matar al cuarto intento en su primero, en este tuvo que saludar montera en mano fue Iván García tras parear, y cuatro con aviso en su segundo. Seguro que para algunos la causa es que le toco el peor lote, aunque la justificación real la gritó un aficionado del tendido 5, en uno de sus toros ¡Qué asco de ganadería!
Juan Ortega fue el claro triunfador de la tarde porque fue el más pinturero, el que hizo lo más bonito y el que estuvo más inspirado. Vaya por delante que los tres espadas se mostraron voluntariosos, y aunque fue Ortega el que mejor lanceó a la verónica, sus compañeros también compusieron la figura y ejecutaron con gusto. Pero Ortega que actuó en segundo lugar frente a un toro chico y flojo, que en el caballo no le hicieron ni sangre, pero que en la muleta fue muy noble, y con justas fuerzas que le imponían un ritmo al paso lento, permitiendo que Ortega, que es un torero hábil, diera las tandas más jaleadas por su plasticidad y a veces originalidad, pero no siempre dentro de la ortodoxia, a eso algunos llaman genialidad, y tras matar de estocada algo desprendida, las dos orejas fueron al esportón.
El presidente y los mulilleros cumplieron como lo que en los círculos profesionales taurinos se espera de ellos. Apostaría que a este toro, de nombre Curioso, y al que no se le hizo ni sangre en su encuentro con el caballo, le proponen para premio. Es lo que tiene ser un toro bondadoso y que tiene las fuerzas justas para tomar la muleta sin derrumbarse, son las cosas de la tauromaquia de nuestros tiempos.
Y el que hacía quinto, Ortega, aunque desde el principio de la faena se mostró voluntarioso, hincándose de rodillas, solo pudo dar dos pases antes de levantarse, el comportamiento del toro demostraban que carecía de fuerza, hociqueando varias veces; pero el torero no desistió y se mostró porfión y encimista ¡Que emoción Ortega, que emoción! Le grito un aficionado. Mató de estocada, tras lo que hubo de saludar. Y aunque hubo aficionados que salieron contentos con el espectáculo de toreo-ballet y haber conseguido que se dieran tres orejas, otros seguían erre que erre que sin toros no hay espectáculo y que grandes serían si lo que hacen lo hicieran con toros con fuerza y casta. Cuestión que se nos antoja utópica y fuera de tiempos.
Ficha
Plaza de Toros La Corredera de Colmenar Viejo, 2 de septiembre 2025, cuarto festejo de abono, media entrada.
Toros del Conde Mayalde, mal presentados, flojos, descastados, nobles en la muleta en general.
José María Manzanares: Estocada baja (división); pinchazo, media – aviso – descabello (oreja).
Juan Ortega: Estocada desprendida (2 orejas); estocada (saludos).
Pablo Aguado: Pinchazo – aviso- pinchazo, estocada baja atravesada (silencio); tres pinchazos, estocada – aviso – se tumba el toro (silencio).
Juan Ortega salió a hombros. Iván García hubo de saludar tras parear al tercero de la tarde.
Si (
No(
