Los mercados centran su atención en la reunión de mañana del BCE, en la que se anticipa un nuevo recorte de 25 puntos básicos en los tipos de interés. De materializarse el ajuste, el tipo de depósito se situaría en el 2,25 %. La decisión llega en un contexto de elevada incertidumbre global, con una política comercial estadounidense que ha intensificado los riesgos bajistas para el crecimiento y ha empujado a las autoridades monetarias a reforzar su tono expansivo.
Además de los factores externos, la presión sobre el BCE se ha visto acentuada tras la caída del índice ZEW de sentimiento económico en Alemania, cuyo indicador de expectativas descendió en abril a -14,0 puntos desde los 51,6 registrados en marzo. Esta corrección refleja el impacto de los aranceles estadounidenses sobre una economía fuertemente orientada a la exportación. A este deterioro se suma una contracción progresiva del crédito en la zona euro. Según la última encuesta de préstamos del BCE, los bancos han endurecido sus criterios de concesión, especialmente en el segmento corporativo, ante un aumento de los riesgos percibidos. Aunque el ajuste fue ligeramente menor al previsto, la tendencia sigue siendo restrictiva, con efectos más marcados en Alemania, Francia e Italia. Esta combinación de menor oferta y demanda de crédito limita la inversión y actúa como un freno adicional para el crecimiento.
En paralelo, en Estados Unidos, el presidente de la Reserva Federal de Atlanta ha advertido que la economía se encuentra en una “gran pausa”, marcada por la incertidumbre en torno a los aranceles. La FED ha optado por mantener una posición de espera, al considerar que no es prudente realizar ajustes significativos en ninguna dirección mientras persista la falta de claridad.