Tal y como se esperaba, en su reunión de ayer, el BCE mantuvo el flujo de estímulos monetarios ante el temor a que cualquier retirada de las ayudas en este momento acelere una subida ya preocupante de los costes de los préstamos y asfixie la incipiente recuperación. Al igual que en la reunión de abril, se confirmó, explícitamente, el tono muy acomodaticio de la política monetaria.
En su comunicado señala además que las compras netas en el marco del PEPP (programa de compras contra la pandemia) durante el próximo trimestre continuarán realizándose a un ritmo significativamente más elevado que en los primeros meses de este año.
En la rueda de prensa posterior a la reunión, Lagarde mencionó que la economía de la zona euro se está reabriendo gradualmente a medida que mejora la situación pandémica y las campañas de vacunación progresan significativamente, aunque siguen existiendo incertidumbres. Se considera en todo caso que los riesgos que rodean las perspectivas de crecimiento de la zona euro están equilibrados en términos generales. Por su parte, la inflación se ha recuperado en los últimos meses, principalmente debido a efectos base, factores transitorios y un aumento de los precios de la energía.
En la segunda mitad del año se espera que la inflación aumente más, antes de disminuir a medida que se desvanezcan los factores temporales. En cuanto a las proyecciones de crecimiento y de inflación para el área del euro, se revisan ligeramente al alza con respecto a las de marzo.
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