¡Pues va a ser que no!

Por mucho que Italia insista al BCE para que mantenga más allá de diciembre las compras de títulos de deuda, no aparece ninguna fisura en la institución monetaria. Las actas publicadas ayer de lo discutido en la reunión de finales de octubre, la última antes de que en diciembre confirme la defunción del programa de compras, no dejan espacio a la duda. Si hubiese querido excusas para lo contrario, no le hubiesen faltado. La eurozona ha crecido a su menor ritmo en cuatro años en el tercer trimestre (0,2%) lastrada sobre todo por Alemania y su sector automoción -afectado por la regulación de emisiones-, que registraba la primera contracción en más de tres años. Si alguna esperanza le quedaba a Italia, cuya economía encara la pendiente de una nueva fase de recesión, se ha evaporado. Final pues a las compras de bonos que se acumulan en el balance del BCE por importe de 2,6 billones de euros, equivalente a 2,6 veces el PIB español. Si alguna excusa precisaban los operadores del mercado de divisas para sostener al euro por encima de los 1,14 dólares, el mensaje de prudente optimismo del BCE se lo ha dado. También colaboraron a asentar el euro la filtración sobre el contenido del acuerdo del Brexit alejando la posibilidad de una moción de censura en RU y el tono más conciliador del gobierno italiano, dispuesto a negociar un acuerdo sobre el gasto. ¡Qué remedio! Una sesión la de ayer de despejar incertidumbres. Sin entusiasmo, pero justificadamente optimista.