La presidenta de la Comisión Europea y el presidente de Estados Unidos han acordado prorrogar el plazo para la aplicación de aranceles recíprocos, inicialmente previsto para el 1 de junio, hasta el próximo 9 de julio. Esta extensión ofrece margen adicional para avanzar en unas negociaciones comerciales que, pese al intercambio de propuestas, siguen sin una hoja de ruta clara por parte de Estados Unidos.
Desde Bruselas se ha reiterado la necesidad de alcanzar un acuerdo mutuamente beneficioso. La Unión Europea ha planteado una agenda que incluye la eliminación recíproca de aranceles sobre bienes industriales, el incremento de compras europeas de gas natural licuado, soja y carne sin hormonas, así como la cooperación en ámbitos como la regulación digital y el exceso de capacidad de acero. Sin embargo, la administración estadounidense mantiene exigencias unilaterales dirigidas a reducir su déficit comercial de bienes, incluyendo cuestiones fuera del alcance directo de la Comisión, como el IVA, las normas alimentarias y los impuestos digitales. La falta de definición sobre quién ostenta la representación oficial de la postura estadounidense, más allá del propio presidente, añade complejidad al proceso.
Aunque la conversación entre ambos mandatarios ha servido para reactivar el diálogo, no se han concretado avances sustantivos. Mientras Bruselas actúa con una estrategia institucionalmente coordinada, Washington emite mensajes de carácter errático. La festividad en Estados Unidos y la menor actividad en Europa limitó la reacción de los mercados.