El presidente de la Reserva Federal compareció ayer ante el Congreso en el marco de su intervención semestral, reafirmando que la institución se encuentra en una posición firme para mantener sin cambios los tipos de interés mientras evalúa el impacto económico de los recientes aranceles. Señaló que dichos impactos podrían comenzar a trasladarse a los precios finales a partir del verano, y que ese será un factor determinante para calibrar el momento adecuado de un eventual recorte de tipos.
En su testimonio, descartó explícitamente una bajada de tipos en la reunión del 30 de julio y evitó comprometerse con cualquier fecha concreta, reiterando que la política monetaria debe guiarse por los datos. Si bien reconoció que la inflación actual sigue contenida, apuntó que los modelos y pronósticos internos de la Reserva Federal anticipan un repunte en la segunda mitad del año. Destacó también que el mercado laboral se mantiene robusto, lo que refuerza la opción de esperar antes de adoptar una postura más acomodaticia. La comparecencia se produce en un contexto de presión política, especialmente por parte del Ejecutivo, que ha solicitado recortes más agresivos. No obstante, el presidente del banco central reafirmó la independencia de la institución. Esta posición ha sido respaldada institucionalmente por un fallo de la Corte Suprema, emitido en mayo, que refuerza los límites legales a la influencia presidencial sobre el Comité de Política Monetaria.
En paralelo, tanto el Banco de Inglaterra como el Banco Central Europeo adoptan enfoques igualmente prudentes. Ambos reconocen presiones inflacionarias aún presentes y optan por una normalización paulatina. La estabilidad de precios continúa siendo el eje central de las decisiones de los bancos centrales.