La economía americana registró en el segundo trimestre un crecimiento más sólido de lo esperado, con un producto interno bruto (PIB) que avanzó un 3,8 % en tasa trimestral anualizada, el mayor ritmo en casi dos años. Este repunte se apoyó en el gasto de consumo, que representa la mayor parte de la actividad, y en la inversión empresarial. También contribuyó la reducción del déficit comercial, producto de la caída de importaciones tras un primer trimestre con compras extraordinarias. Los indicadores laborales acompañaron la mejora: las solicitudes de subsidio por desempleo bajaron a 218.000, mostrando resiliencia frente a la incertidumbre sobre política comercial y tipos de interés. La Oficina de Análisis Económico señaló que parte de este crecimiento es temporal, aunque confirma que el mercado laboral y la demanda interna siguen siendo pilares del desarrollo económico.
Para la segunda mitad del año se espera una desaceleración, con un crecimiento anual cercano al 1,5%. Aunque el gasto de consumo y la inversión en equipos y productos de propiedad intelectual muestran dinamismo, la incertidumbre limitaría nuevas expansiones. Los mercados reaccionaron con caídas bursátiles, alzas del dólar y rendimientos más altos en bonos. Las cifras de empleo reflejan señales mixtas: menor ritmo de creación de puestos, pero estabilidad en la contratación y menos solicitudes de ayuda, anticipando un equilibrio delicado. En conjunto, la economía mantiene fuerza pese a factores temporales y riesgos de desaceleración futura.