El presidente de la Reserva Federal destacó ayer la necesidad de revisar el marco estratégico adoptado en 2020 en torno al empleo y la inflación. Señaló que el entorno económico ha cambiado sustancialmente, con una mayor recurrencia de shocks de oferta, tensiones geopolíticas persistentes y un escenario fiscal más expansivo.
Este contexto exige replantear el equilibrio entre la estabilidad de precios y el pleno empleo. El marco vigente fue diseñado para tolerar una inflación temporalmente más alta con el fin de priorizar un mercado laboral fuerte, evitando subidas de tipos cuando el desempleo era bajo, pero no existían señales claras de sobrecalentamiento. No obstante, la elevada inflación posterior a la pandemia ha generado dudas sobre si esa flexibilidad retrasó la respuesta de la política monetaria. En la revisión actual se contemplan ajustes al concepto de “déficit de empleo”, que limitaba las subidas de tipos en ausencia de deterioro visible en el mercado laboral, así como al objetivo de inflación promedio, cuya eficacia como referencia de expectativas ha sido cuestionada. La Reserva Federal busca ahora un enfoque más preventivo y adaptable, que refuerce su credibilidad y capacidad de reacción.
Paralelamente, los datos económicos en EE.UU. refuerzan la necesidad de ajuste. La inflación al productor cayó inesperadamente un -0,5% en abril, debido a una fuerte contracción en los precios de servicios, aunque la inflación subyacente permanece por encima del objetivo. Las ventas minoristas apenas crecieron un 0,1%, reflejando una moderación del consumo en un entorno de elevada incertidumbre.